El fútbol y su pareja
El fútbol y la televisión forman un matrimonio que ha atravesado alguna que otra crisis, pero después de tantos años de convivencia se puede afirmar que sigue siendo una pareja bien avenida. Tanto, que a partir del próximo Día de San Valentín no se separarán ni una sola noche hasta por lo menos el Mundial de Suráfrica. Cada día de la semana, incluyendo viernes y lunes, que eran días sin, habrá al menos un partido televisado. Se supone que para alegría de los aficionados y desesperación de sus parejas, si no comparten esa pasión; pero los primeros sondeos informales revelan una cierta incomodidad de los presuntos entusiastas.
El acuerdo entre la Federación y la Liga satisface en principio a los clubes, que se aseguran mayores ingresos al disponer de la posibilidad de vender derechos de retransmisión durante más días (y sobre todo noches): de aquí al 17 de mayo habrá fútbol televisado en 89 de los 97 días. Se exceptúan los lunes de las semanas en que haya partido de la selección (absoluta o sub 21) o jornada de Liga entre semana.
La ley Cascos de 1997 declaró el fútbol televisado de "interés general", siempre que éste supusiera un "acontecimiento deportivo de especial relevancia". Trece años después, el fútbol se empieza a convertir en un acontecimiento ordinario; un discurrir carente de la emoción de lo distinto. No hace mucho tiempo los aficionados se pertrechaban de bufanda y bocadillo para acudir al estadio los domingos por la tarde. Ahora, el fútbol entra en la rutina diaria, el peor enemigo de la felicidad conyugal. La falta de entusiasmo de los aficionados parece deberse al temor de que se produzca un fenómeno de saciedad. Y a que la dispersión por toda la semana de lo que ritualmente se asociaba a los fines de semana (la Liga) y los miércoles (Europa), reste espectadores de los estadios.
Bien es verdad que el mundo cambia y que el deporte rey forma parte inseparable de nuestras vidas, como el móvil. Los futbolistas son estrellas planetarias cuyas gestas son imposibles de ignorar y hay quien asocia repuntes de la natalidad a grandes partidos disputados y ganados nueve meses antes. No se han aventurado consecuencias en caso de derrota.
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