Ernst Cramer, periodista y superviviente del Holocausto

Nació justo a tiempo para conocer la floreciente burguesía judía en la Alemania de principios de siglo, sufrió durante seis semanas el internamiento en el campo de concentración de Buchenwald un año antes de que estallara la II Guerra Mundial y murió el pasado 19 de enero convertido en uno de los periodistas más influyentes de la Alemania que surgió de las cenizas del nacionalsocialismo. Ernst Cramer, superviviente del Holocausto, ex director del diario conservador Die Welt y de su edición dominical Welt am Sonntag, y mano derecha del todopoderoso editor Axel Springer, falleció a los 96 años por un infarto de corazón. En sus últimos años presidía la fundación Axel Springer.

Cramer tuvo la suerte de ser uno de los últimos judíos que pudieron salir de Alemania en 1939 rumbo a Estados Unidos para continuar allí sus estudios. Suerte que no tuvieron sus padres y hermano Erwin, que murieron asesinados por los nazis en 1942. Sólo le quedó su hermana Helene, que pudo abandonar el país. Tras el ataque japonés de Pearl Harbour, Cramer se alistó en el servicio voluntario de Estados Unidos. En 1945, año del fin de la guerra, volvió a su ciudad natal en Baviera, Augsburg, convertido en un oficial del Ejército americano.

Tras la guerra, Cramer trabajó unos años en Alemania para el Ejército estadounidense y como periodista. Allí se casó con la mujer con la que tendría dos hijos, pero volvió al país que le había acogido en los años más duros del conflicto para trabajar en la agencia de noticias United Press Internacional.

El editor Axel Springer, responsable entre otros del periódico más vendido de Europa, el sensacionalista Bild Zeitung, lo llevó de nuevo a su país de origen en 1958, durante los años del milagro económico alemán posterior a la guerra, que dirigió el canciller democristiano Konrad Adenauer y su ministro de Finanzas, Ludwig Erhard. Hasta la muerte de Springer en 1985, Cramer fue su hombre de confianza, la persona a la que encargó una infinidad de trabajos dentro del emporio de la comunicación que dirigía. Springer incluso le eligió como albacea de su testamento.

Alma dividida

"Dos almas compiten en mi pecho. Una está horrorizada por toda la injusticia cometida por los alemanes, no sólo contra mis padres y mi hermano, durante el III Reich. La otra es afortunada porque nosotros en Alemania hayamos vuelto a vivir en un mundo razonable, fácil y decente", escribió una vez, según recordaba el diario Frankfurter Allgemeine.

"Hemos perdido a alguien que enriqueció e influyó en la discusión pública del país de una forma especial. Estamos agradecidos de que encontrara su tierra de nuevo en nuestro país. Fue un incansable defensor de la libertad y la democracia", afirmó el presidente alemán, Horst Kohler, tras su fallecimiento.

Su último texto publicado apareció nueve días antes de su muerte en el Welt am Sonntag. En él criticaba la decisión suiza de prohibir los minaretes. Un final coherente para un hombre que intervino sin descanso en la vida pública alemana para defender principios como la reconciliación entre judíos y alemanes, las buenas relaciones con EE UU y el derecho de Israel a existir, para un hombre que, como titulaba su necrológica el periódico Die Welt, "aprendió a googlear a los 92 años".