No lo sabe, pero usted es feliz
Siento ser portador de malas noticias. Usted es feliz. Lo siento. Nunca creí que pudiera decirle esto, que llegaría el día en que tuviera que comunicarle que está usted equivocado, que su dolor, su paro, su infelicidad, la derrota de su equipo favorito, la enemistad con la Bonoloto, el extraño trasiego con su jefe, los arreones de su banco y todos esos asuntos menores, en el fondo son como una catarata en el ojo, una mentira de la realidad, su matrix particular, porque, usted no lo sabe, pero usted es feliz.
¿Y por qué soy feliz?, me pregunta mientras clava su pupila en mi pupila azul (es un decir). Muy sencillo. Porque usted ve la tele (no mienta, usted ve la tele, y además ve lo que jura que no ve). Y, como ve la tele y oye la radio y lee algún periódico, se habrá dado cuenta de que sólo hay tres problemas principales en esta nuestra comunidad. El primero, sin duda, Karmele Marchante y su frustrada Operación Triunfo en Eurovisión, ejemplo de friquismo llevado al límite y de parasitismo televisivo. Según Telecinco, un caso de inconstitucionalidad flagrante por impedir que asista a un concurso una persona musicalmente desequilibrada, con una canción literariamente desequilibrada y un público terriblemente asesino con lo uno y con lo otro que ha acabado por desequilibrar (más) a un personaje desequilibrado.
El segundo no le va a la zaga. Siete boletines informativos de varias radios nacionales (que yo haya oído) abrían el martes con la sanción a Cristiano Ronaldo porque un danés, negro además, le golpeó con la nariz en la mano, causándose la rotura de los huesos propios (igual, si hubieran sido los ajenos... sería peor). Lo curioso es que esos siete boletines abrían con la noticia sin que aún hubiera sanción para el muchacho de Madeira que "sólo quiere que le dejen jugar". ¡Coño, y Muniain, y Soldado, y Pandiani, y un servidor en lo que haga falta!". La tercera noticia ha sido el cierre, aplazamiento, o vaya usted a saber qué de El Bulli, el restaurante de Ferran Adrià, para reflexionar sobre su futuro, para hacer un kit kat (ya sé que hablando de cocina no es muy reglamentaria la expresión).
He ahí tres problemas que le demuestran a usted, que no lo sabía, que no se lo creía, que ni siquiera lo suponía, que usted es feliz. ¿Se imagina usted en la piel de la pobre Karmele, vilipendiada anticonstitucionalmente por la prepotencia dictatorial de TVE por no permitirle atentar libremente contra el pentagrama y el diccionario? ¿Se imagina usted en la piel del pobre (es otro decir) Cristiano Ronaldo castigado con dos partidos y 600 euros de multa (¿qué comerá ahora el muchacho de Madeira?) por la agresión de los huesos propios de la nariz de un danés negro en su mano? ¿Se imagina usted sin El Bulli, al que seguramente nunca ha ido porque no ha cuadrado el día? Usted no se ha enterado de que es feliz. Pues bien, ya lo sabe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.