Adhesión
Me adhiero sin fisuras a la campaña de Lluís Permanyer para que se erija un monumento a Ildefons Cerdà, el autor del plan del Eixample de Barcelona, en un sitio destacado de la ciudad y de la mano de un escultor de prestigio.
Puede parecer decimonónico esto de reclamar que se levante un monumento público a un prohombre de la ciudad. Desde hace tiempo, muchos artistas y teóricos rechazan tanto el término como el concepto mismo de "monumento". Se entiende. A lo largo de la historia abundan los que se han erigido para honrar a personajes o acontecimientos que chocan, por su forma o por su fondo, con la sensibilidad mayoritaria en una sociedad democrática. Ahora, más bien, de lo que se habla es de crear espacios de memoria o de realizar intervenciones artísticas en el espacio público, dos términos más abstractos que intentan quitarle peso simbólico, y autoritario, al hecho de situar una escultura en una calle o plaza para recordar un hecho o una persona.
Pero lo que se merece Cerdà, no nos engañemos, es un monumento. Casi diría que a la antigua. Es cierto, como comenta Gloria Moure, gran experta en escultura pública a la que consulté sobre este caso, que la memoria de Cerdà está más que asegurada con el propio Eixample, todo él un monumento monumental al ingenio del ingeniero. Y existe la plaza, aunque de ésta mejor no hablemos. Pero también ella coincide en que a Cerdà le falta un hito en la ciudad que honre su persona.
Por cierto, hablando de su persona, a finales del pasado año ediciones Península reeditó la biografía de Cerdà de Fabià Estapé, que había estado mucho tiempo agotada. Ha sido una buena noticia, como lo han sido las exposiciones y los cada vez más libros sobre el tema que se están publicando con motivo del Año Cerdà. Pero lo del monumento, más allá de la anécdota, es de justicia. A estas alturas de la conmemoración, ya debería haberse anunciado. Me extrañaría que alguien se opusiera. Si en los últimos tiempos se le han dedicado monumentos a Francesc Cambó y a Mary Santpere, por citar a dos, ¿por qué no a Cerdà?
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