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Reportaje:

A la zarzuela en Vespa

Gustavo Tambascio ambienta su versión de 'El barberillo de Lavapiés' en los sesenta - El montaje es una producción del Arriaga

El Teatro Arriaga anuncia el estreno de un montaje de la zarzuela El barberillo de Lavapiés, de Francisco Asenjo Barbieri (estrenada originalmente en 1874), con un cartel en el que sólo se ve una Vespa. Nada de ambiente castizo ni chulapos. La scooter avisa de que el director, Gustavo Tambascio, ha trasladado a los años sesenta del siglo XX una trama de amoríos que el libreto original sitúa 200 años antes, en pleno reinado de Carlos III. "Es el Madrid de mediados de los años sesenta, que empieza a sacudirse las telarañas y se asoma a lo yeyé", explica Tambascio. Una época de vespas, cardados, faldas de flores y tupés.

La obra es una producción del Arriaga, en colaboración con el Teatro Calderón, de Valladolid, que hoy se estrena en Bilbao. El montaje cuenta con la Orquesta Bilbao Philarmonia, dirigida por Jorge Rubio, y la Sociedad Coral de Bilbao.

El montaje cuenta con la Orquesta Bilbao Philarmonia y la Sociedad Coral
La obra narra dos historias de amor rodeadas de intrigas políticas

El barberillo de Lavapiés narra dos historias de amor -la de una pareja de jóvenes de clase baja y la de dos miembros de la nobleza-, que se ven envueltas en intrigas políticas. El toque de picardía y crítica social se entrecruza en un argumento trufado de escenas costumbristas. "Es un homenaje a los personajes populares de Madrid", añade el director.

Tambascio (Buenos Aires, 1948), afincado desde hace más de 20 años en España, defiende el salto temporal de su versión de la zarzuela de Barbieri. "Tanto en el Madrid del siglo XVIII como en los años sesenta la gente se movilizaba en contra de los abusos del poder", señala. "El carácter popular de la barbería, su condición única de punto de reunión sobrevive aún. Y muchísimo más en los años sesenta".

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Los paralelismos entre las dos épocas resultan claros para el director del montaje: un gobernante absoluto, tensiones sociales y políticas que se expresaban a través de distintos ministros y algunas protestas en las calles para mostrar el descontento popular.

Las dos historias que cuenta la zarzuela se desdoblan sobre el escenario en planos diferentes. En el ambiente de mediados del siglo XX, entre vespas y grises que vigilan a los estudiantes, se desarrolla la historia de Lamparilla (Borja Quiza) y Paloma (Anna Tobella).

El drama de los nobles se mantiene en la época de Carlos III, con las tensiones entre los partidarios de Floridablanca y los seguidores de Grimaldi, su rival político. Tambascio ha conservado en la parte que rememora el siglo XVIII el estilo tradicional de la pieza.

El contraste ente los dos planos de la obra que logra la escenografía, diseñada por Daniel Bianco, se refuerza con el vestuario que ha realizado Gabriela Salaverri. Frescura y color para rememorar los años sesenta y preciosismo en los figurines que evocan la forma de vestir de los nobles de hace tres siglos.

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