"Estoy viviendo y disfrutando el revuelo del vértigo"
Del pánico del paro al vértigo del éxito. Tiene apenas 25 años y Bárbara Lennie ya sabe de muchos viajes, ya ha aprendido a vivir incertidumbres y miedos, conoce lo que es batirse contra la desilusión en el hermoso y duro oficio de la interpretación y de no permitirse perder las ganas. Ahora también saborea el aplauso del público y las alabanzas de la crítica por su trabajo en la obra de teatro La función por hacer que, dirigida por Miguel del Arco, se presenta estos días en la programación off del teatro Lara de Madrid. Y ella, con esa fuerza que aparece en cuanto uno la mira a los ojos, lo va narrando con tranquilidad e inteligencia, sabiendo perfectamente que todo viene y va, que cuando el trabajo no le llega, ya sabe generarlo ella misma, que el mecanismo de freno y aceleración de la montaña rusa en la que parece subida lo tiene bajo control.
La actriz saborea el éxito de la obra de teatro 'La función por hacer'
Ha elegido una taberna en el centro de la ciudad, muy cercana a su vivienda, sin saber que ese día justamente está cerrada. En el paseo por las calles, bajo un paraguas blanco y negro, en busca de un nuevo restaurante uno se topa con la tumultuosa y febril salida de un instituto. "Los recreos los hacen en la calle. A eso de las doce la plaza se llena de estudiantes", explica esta actriz madrileña de padres argentinos con algo de sana envidia.
No tiene mucho apetito y sólo pide comer una crema de calabacín y compartir un platito de jamón. Y no porque coma poco, sino porque anda estos días con el estómago revuelto de tanta excitación. "Estoy viviendo y disfrutando el revuelo del vértigo", confiesa mientras lía con parsimonia un cigarrillo. Y no es para menos. La función por hacer es todo un viaje emocional y poderoso por los más crudos y vitales sentimientos de la gente, interpretado a pie de pista, con un público atónito tan cercano que Lennie les oye respirar. Su única voluntad y la de los compañeros ha sido la de trabajar en algo en lo que creían, sin cobrar. Así empezaron, con Miguel del Arco al frente, ensayando en el estudio de uno de los actores, llamando a amigos y conocidos y presentando, más tarde, su función a gente del teatro. Algo así como una venta a domicilio, pero con un producto visceral y pasional como pocos. Después de cerca de una treintena de funciones, que finalizan el próximo fin de semana, ya tienen bolos para recorrer la geografía española.
Su trabajo en el teatro, en el que interpreta a una "mujer pasional, visceral, que se atreve a sacar por su boca todo lo que le viene en gana", lo compatibiliza en estos momentos con su participación en la serie de televisión Amar en tiempos revueltos y con el cine, arte en el que se inició casi por casualidad en 2001 con Más pena que gloria, de Víctor García León, y en el que acaba de terminar el rodaje de Todas las canciones hablan de mí, primer largometraje de Jonás Trueba.
Ahora no descansa, pero está preparada para todo. Los siete meses que pasó el año pasado en paro los sufrió, pero también le sirvieron para saber acometer por sí misma otros proyectos, ponerse de nuevo a estudiar y amar aún más su profesión. "El envoltorio en teatro es más frágil que en el cine, que tiene un artificio que te arropa, pero disfruto con todo, también con la televisión en el que se puede jugar día a día a cambiarlo todo. Nada te garantiza nada, nadie es inmune a nada. Pero ésta es mi vida y la que yo he elegido".
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