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Derrumbe en Tetuán

"¡Hay que salir de aquí!"

Los bomberos recogen los enseres más queridos de los 25 vecinos de la casa desplomada en Tetuán - Las familias serán hospedadas en viviendas públicasLa ayuda urgente a los afectados, pagada por la Administración local, durará sólo siete días

Alberto y Felipe tienen cara de cansancio. Están sentados en un banco de la calle de Bravo Murillo. Hace poco más de 12 horas que se han quedado sin casa. Son los hijos adolescentes de Felipe Puntero, el vecino que descubrió la primera grieta del edificio en el que vivían hasta que el jueves se desplomó. El hombre que alertó, providencialmente, a los otros residentes al grito de "¡Hay que salir de aquí!". Los sofás y las mesas, la intimidad del hogar, están expuestos casi obscenamente a la luz del día, piso por piso. Hoy las máquinas han empezado a tirar lo que queda del edificio de cuatro plantas de la calle de Mariano Fernández, 6, en el distrito de Tetuán.

Un día después de que siete familias se quedasen sin casa y otros tres edificios de la misma calle fuesen desalojados, hasta que se pueda garantizar su seguridad, comienza la búsqueda de soluciones, de un nuevo techo y de responsables.

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Los 25 vecinos desalojados esperaban ayer a que los bomberos recuperasen sus enseres más preciados. Una guitarra, un disco duro, un cajón con fotos... "Hemos perdido sobre todo objetos de gran valor sentimental", contaba tras el cordón policial el presidente de "lo que era la comunidad".

El Ayuntamiento los realojará en pisos públicos.Tras una noche en la que les fue difícil pegar ojo, los 25 vecinos del derruido número 6 de la calle de Mariano Fernández fueron los primeros en acercarse a intentar recuperar lo poco que les había quedado. "A los bomberos hay que decirles los objetos que queremos y especificarles dónde están", explicaba el presidente de la comunidad, Jesús Águeda.

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Este profesor, que vivía en el cuarto izquierda, aguardaba tras el cordón policial a que los bomberos le trajesen su guitarra española "de gran valor sentimental", su ordenador y "un cajón con fotos y recuerdos". Cuando hoy se tire este edificio de 1946 (no de 1917, como informó el Ayuntamiento la noche del derrumbe) no les quedará nada. "La verdad es que lo que estamos pidiendo son cosas de valor sentimental, no tanto materiales", dijo el presidente, tras despachar a una decena de periodistas.

A pocos metros, Alberto y Felipe Puntero, como ajenos al ajetreo que les rodeaba, charlaban con unos amigos mientras esperaban la llegada de su padre. Los chicos, que apenas habían dormido, relataban con mucha serenidad la experiencia. El pequeño confesaba haber sentido verdadera impotencia... "Estábamos todos juntos en la misma habitación. Felipe estaba estudiando", contaba. "Oímos un ruido como de algo que se rasgaba. Pensamos que era el gato del vecino de arriba, pero se hizo más grande y vi aparecer la grieta. Entonces mi padre salió a avisar a todos".

El padre, según el relato que ofreció a los periodistas, corrió a alertar al presidente de la comunidad en el piso de arriba y cuando ambos comprobaron la profundidad de las fisuras se dijeron: "¡Hay que salir de aquí!". "Cuando salimos vimos el hueco de la escalera abrirse", recuerda el pequeño Alberto, al que se le escapaba una media sonrisa cuando recordaba que en su casa "sólo ha quedado una mesa, un sofá, un taburete y un par de cuadros".

Minutos después de salir del edificio, casi todos los vecinos estaban en la calle aguardando la llegada de los bomberos. Estos desalojaron al propietario del local del bajo, el locutorio Cosmos y, según una portavoz del Ayuntamiento, a unos vecinos del segundo piso. "La combinación de la encomiable actuación de los vecinos y la rapidez de los bomberos" evitaron el desastre, concluyó.

Los corrillos de vecinos se desparramaban por la calle en la mañana de ayer. Se preguntaban las causas del derrumbamiento de un edificio que había pasado la Inspección Técnica de Edificios y se encontraba en buenas condiciones, según sus inquilinos. Muchos dedos apuntaban al hueco del número 6 bis, un solar donde, en agosto se demolió la nave que había, y donde se estaba empezando a construir un aparcamiento de tres sótanos. El inicio de las obras, a cargo de la constructora García Fidalgo, SL, provocó el agrietamiento de las paredes del edificio colindante, el número 8. "Yo llevo viendo una semana viendo grietas", increpaba Agustín al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, minutos después del desplome. Estos vecinos aseguran que -verbalmente y nunca por escrito- se dirigieron varias veces a la empresa para transmitirles su preocupación. El que dice ser el representante del propietario declina hacer declaraciones "hasta que se sepa el resultado del informe".

De las 80 personas desalojadas, 37 están hospedadas en un hotel, donde tienen incluida la comida y la cena y donde la presencia del Samur social es casi permanente. Ayer, a última hora de la mañana, las siete familias del derrumbado número 6 y las 14 del número 8 acudieron a una reunión con la concejal de Tetuán, Paloma García Romero, a la que también acudió el Samur social y responsables de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) "para conocer las necesidades de cada una de las familias", según informó un portavoz de la EMVS.

Uno de los vecinos del número 8 comentó sus impresiones a la salida de la reunión. Un encuentro en el que, según explicaba, reinaba el desconcierto de los vecinos, entre los que había un gran número de inmigrantes y ancianos. "Lo que más claro nos ha dejado la concejal es la diferencia entre lo que es el ámbito privado y el público. Nos dijo que todo lo que corresponda a Emergencias (realojo en hoteles, familias con niños pequeños que necesiten pañales y otros gastos) lo va a sustentar la Administración durante una semana. Luego no se sabe qué va a pasar". En referencia al ámbito privado, este vecino explicó que la concejal se refirió a "las gestiones con las aseguradoras, los abogados... Algo que tendremos que resolver por nuestra cuenta, a través de los tribunales o como sea".

Un portavoz de la EMVS, asistente a la reunión, ha confirmado la duración de siete días de la asistencia urgente, a cargo del Samur social. Plazo en el que la entidad pública tendrá que "ver las necesidades de las familias" y su "disponibilidad". La EMVS se reunió una segunda vez con los vecinos del número 6 para "entrevistarles y ver el tipo de realojo que se hace, en función de la renta y la situación de cada familia". Si éstas deciden acogerse al ofrecimiento de la entidad pública tendrán que pagar por sus nuevas casas. "Se determinará según el caso", dice la misma portavoz. "Normalmente, el régimen de las viviendas de la EMVS es de alquiler".

Estado en el que quedó la casa de la calle de Mariano Fernández, tras derrumbarse parcialmente el pasado jueves.
Estado en el que quedó la casa de la calle de Mariano Fernández, tras derrumbarse parcialmente el pasado jueves.SAMUEL SÁNCHEZ

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