_
_
_
_
AL CIERRE
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Salvados por la SGAE

En mi adolescencia, algunos bares disponían de un juke box, un curioso aparato que permitía seleccionar y escuchar una canción a cambio de unas monedas. Recuerdo la mezcla de fascinación y fe en el progreso que me producía la contemplación de la operación mecánica en la que el pequeño disco de vinilo salía de su ranura, se colocaba en un plato y era atacado por la aguja del pick up.

Uno podía encontrar el último éxito del momento y también piezas para la nostalgia o la canción que sonó cuando el primer beso (si es que sonó alguna). A gusto del consumidor.

Todo esto desapareció. La música pasó a ser gratis, para desgracia de la humanidad. Ya no era posible escoger, sino que un ruido musical indiscriminado, programado por astutos agentes comerciales convenientemente untados por las empresas del sector, se fue adueñando paulatinamente del espacio social y también de nuestras vidas hasta llegar al momento actual: ni un instante sin música o sin ruido o como se le quiera llamar.

Su labor aumentará nuestra capacidad de elección y nos permitirá volver a disfrutar del silencio

Como buenos amantes del ruido hemos conseguido llegar al totalsorround. En cualquier lugar público, pero especialmente en los bares: la radio y la televisión compiten por ocupar el espacio sonoro con el resoplido de la cafetera, el tintineo de los platos y vasos, el estruendo de la calle y las voces de la clientela, obligada -aunque no comulgue con esta afición- a subir el tono para poder entenderse.

Y no hay escapatoria. Si uno, ofuscado, consigue salir vivo de estos lugares, una vez en la calle corre el riesgo de encontrarse frente a un coche discoteca parado en el semáforo vomitando decibelios aderezados por un ritmo sincopado cuyas ondas le golpean el plexo solar hasta tumbarle. E incluso si finalmente logra cobijarse en un edificio, es perseguido por el zumbido del llamado Hilo Musical o Muzak, cuyas nauseantes melodías le siguen hasta dentro del ascensor, probablemente con la intención de aplacar su vértigo a las alturas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Naturalmente, las peluquerías -como los grandes almacenes, las salas de espera de los dentistas y muchos otros sitios- tampoco se libran de esta plaga. Y es por ese lugar donde nos toman el pelo por donde ha empezado la labor de regeneración social que lleva a cabo con inconmensurable fervor la Sociedad General de Autores de España, más conocida por sus siglas, SGAE.

Gracias a ellos, en el futuro podremos volver a disfrutar del silencio y de la capacidad de elección haciendo como aconsejan ahora los peluqueros a sus clientes: "Tráigase usted su música". Y no pague a la SGAE, añado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_