López abona el terreno para el salto del PSE a "diputaciones y ayuntamientos"
Dibuja la cita electoral del próximo año como esencial para sustentar el cambio
Los socialistas vascos oficiaron ayer con un espectacular acto a la americana el inicio del curso político. El primero que afrontarán por completo al frente del Ejecutivo. Lo hacen, sin embargo, con la mira puesta en el horizonte de 2011 y las elecciones, municipales y forales, que se celebrarán entonces. Ante más de un millar de afiliados que sobrepasaron la capacidad de la sala reservada en el Palacio Euskalduna de Bilbao, el secretario general del PSE y lehendakari, Patxi López, fue contundente. "Ahí tenemos, como partido, el próximo reto, para extender la fuerza del cambio con nuestro gobierno en las diputaciones y los principales ayuntamientos", arengó.
Lejos de la autocomplacencia y consciente de la dificultad que entraña dirigir el Ejecutivo autonómico con la oposición de otras instituciones nacionalistas, López dejó claro que los socialistas quieren "más" porque "el nuevo tiempo necesita de instituciones que remen a favor y que no jueguen a la contra". Según defendió, "lo local y lo foral tienen una importancia enorme por su capacidad de cercanía, de conocimiento de la realidad y de inmediatez de sus actuaciones". Por eso se refirió a diputaciones y grandes ayuntamientos como "instrumentos para hacer avanzar el cambio".
El 'lehendakari' desveló al partido el contrato social que ya conocía su Gobierno
El máximo responsable del partido abonó el terreno para el éxito electoral del próximo año al hacer alusión a los retos ya logrados en sus apenas ocho meses de estancia en Ajuria Enea. A su juicio, son "más de los conseguidos por Ibarretxe en todos sus años de mandato". El lehendakari se jactó de haber "cambiado" la realidad vasca desde el pasado mes de mayo y no se quedó corto en las enumeraciones. A la "crispación" y el "debate identitario" de sus predecesores opuso el "diálogo" y el "acuerdo entre diferentes". A la marginación y los desafíos al Estado, la puesta en valor de la Constitución y el Estatuto. "No pretendemos uniformar a los ciudadanos, sino sumar sus ideas para conformar un país en el que quepamos todos", explicó.
Y se centró en los retos de futuro. Porque quiso garantizar a las bases que "hay un modelo de país, pese a lo que pueda decir la oposición". "Quienes nos acusan de lo contrario pretenden en realidad que hagamos un proyecto identitario contrario al suyo y no estamos por la labor", justificó. Acto seguido resumió la propuesta programática de un "contrato social" que el jueves desveló a los miembros de su gabinete. Habló entonces de un modelo educativo trilingüe y digital que definió como "el eje del cambio", abogó por una reforma profunda de la sanidad orientada hacia las enfermedades crónicas, apostó por unas políticas sociales "a la carta" y defendió la innovación empresarial como base de un desarrollo económico sostenible.
"Hay quienes dicen que todas estas ideas no son más que un pastiche que recupera viejos proyectos", lamentó López. "No se lo creen ni ellos", desmintió, ante el enfervorizado aplauso de las masas. "Lo que ocurre es que les hemos pillado con el paso cambiado". Su media hora larga de intervención la cerró con un flechazo al sentimiento. "Levantad la mirada al caminar. Somos el Gobierno monocolor que siempre soñaron todos los progresistas de Euskadi". Un Ejecutivo que aspira a echar raíces en diputaciones y ayuntamientos.
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