Cerrado por racismo el fondo 'ultra' del Juventus

Mario Balotelli tiene 19 años y es delantero del Inter. Además de ser buen futbolista y vestir la camiseta del eterno rival del Juventus, tiene la culpa de haber nacido en Palermo, pero de padres ghaneses: es negro. Encima, a los tres años se mudó a Brescia, en el rico norte de Italia. Ahí donde el partido de la Liga Norte acusa a los del sur, los terroni, de robar el trabajo a los italianos. Y eso, junto a su chulería -según algún alcalde y gente del fútbol-, fomenta y provoca los insultos.

Hace dos semanas Balotelli fue insultado de nuevo en el campo del Chievo. Parte del estadio coreaba el más que famoso "buuu" cada vez que tocaba la pelota. Cuando fue sustituido por José Mourinho, se despidió del público aplaudiéndole irónicamente. Por ese gesto el juez deportivo le impuso una multa de 7.000 euros. A la afición del Chievo, que le había dedicados gritos racistas, nada. Esa noche el alcalde de Verona dijo que Balotelli era "un niñato que nunca sería un campeón ni un profesional al no aguantar los pitos".

El debate es interminable desde que Mourinho subió a Supermario -así le llaman sus compañeros- al primer equipo hace año y medio. El miércoles, en el campo del Juventus, en el encuentro de Copa con el Nápoles, los ultras bianconeri la volvieron a tomar con Balotelli. No pararon de cantar: "No hay negros italianos". El juez decidió ayer el cierre del fondo de los ultras por un partido. La causa: racismo. El año pasado todo el estadio fue cerrado ya por ese motivo.

Que el clima del calcio se ha agravado lo demuestran también las pintadas racistas en Bari acompañadas de esvásticas: "Balotelli, negro di merda".