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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El facineroso sociable

Han pasado demasiados años desde que Pat Garrett perseguía a sangre y fuego a Billy el Niño, el agente Melvin Purvis acechaba a John Dillinger o el comisario Borniche daba caza al sanguinario atracador Emile Buisson, alias El Inaprensible, alias Mimile. Eran tiempos de clara distinción entre el bien y el mal; a un lado el mundo del orden, al otro los morlocks de los bajos fondos. El facineroso era condenado a una completa exclusión social y, bien un funcionario o bien un delincuente arrepentido, se encargaban de darle caza. Sobre esa caza eterna se construyó una épica. Hoy se aprecia más la lírica. Valga como ejemplo Craig Lynch, un recluso de 28 años, condenado por atraco con agresión, que se fugó de una cárcel británica en septiembre. Nada extraño si se recuerda que las cárceles británicas sólo lo son de nombre; en virtud de los presos que consiguen escapar tal parece que sus paredes son de papel o que las puertas están servidas por amables porteros con librea en vez de estar custodiadas por despiadados carceleros.

Lejos de esconderse, Lynch -espléndido apellido para un convicto- ha tenido a bien frecuentar las redes sociales, ese subuniverso de empatía virtual que atrae irresistiblemente a las personalidades escuálidas. Cuelga su foto en Facebook con frecuencia, cuenta sus amenas aventuras de prófugo y, misterios de las difusas fronteras actuales entre orden y caos, ha conseguido para sus relatos más de 42.000 seguidores. La cosa está en si acuden a Lynch por el morbo delincuencial, por gamberrismo o por burla de la policía británica, cuya triste realidad cada día se aleja más de la infalibilidad codificada por Conan Doyle o Dickson Carr y se aproxima a la destrozona torpeza del inspector Clouseau.

Bueno, la verdad es que estar en Internet es como estar en ninguna parte. Mientras la policía persevera en capturar a Lynch, pueden darse algunos pasos provechosos: organizar apuestas sobre quién, cuándo y en qué lugar capturará al fugado o cuánto tardará en escapar de nuevo o poner en marcha un juicio en el que los internautas voten como jurados. Hasta se pueden buscar parejas para Lynch dispuestas a compartir azarosa fama virtual. ¡Que no decaiga el espectáculo!

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