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La mayor nevada en un cuarto de siglo paraliza Santiago y Lugo

La capital de Galicia quedó sin bus urbano y hubo que usar cadenas en el centro

Una mujer con dolores de parto quedó atrapada en Milladoiro, a la salida de la autopista, y tuvo que llegar escoltada por la Guardia Civil al hospital de Santiago. Eran las diez de la mañana, y desde las siete y media el tráfico estaba prácticamente paralizado en los accesos a la capital. El personal de Meteogalicia no recuerda una nevada mayor desde 1984, aquel año en el que incluso amaneció blanca la ciudad de Vigo y la nieve no dejó de caer en Santiago durante dos días.

Esta vez, sólo nevó una noche, y las previsiones auguran para mañana que la cota subirá hasta los "400 o 500 metros". Sin embargo, la nieve cuajó y formó una capa de entre tres y cinco centímetros de grosor, y los coches llegaron a tener que circular con cadenas en el casco urbano de Santiago y de Lugo, las dos ciudades afectadas por el temporal. Hasta bien pasado el mediodía, las dos capitales quedaron colapsadas por la nieve, más la primera, por la falta de costumbre. La oposición criticó al PP en la Xunta por la "falta de previsión", y el PP criticó al alcalde socialista de Santiago por lo mismo.

En las panaderías había colas de gente esperando a que llegasen las barras

La provincia de Lugo puso a funcionar 32 máquinas quitanieves y sembró 1.670 toneladas de sal, cinco de ellas en la capital, y a pesar de ello, el transporte público apenas pudo circular y hubo dos carreteras (la que va de Castroverde a A Fonsagrada y la que une esta última localidad con Asturias) en las que a última hora de ayer todavía era obligatorio el uso de cadenas. Pero Santiago no es lo mismo. Santiago no está preparada y no tiene medios, y la ciudad quedó paralizada, sin buses y con calles cortadas, hasta que poco antes del mediodía la Consellería de Política Territorial y el Ministerio de Fomento pudieron prestarle seis quitanieves. Las máquinas fueron llegando a cuentagotas, a medida que quedaron liberadas de trabajo. Antes que la capital había otras prioridades, las arterias principales de Galicia: la A-9 y las autovías.A falta de máquinas, buena parte del trabajo hubo que hacerlo a mano. Los operarios llevaban un saco de sal en un brazo y con la otra mano hacían la siembra. En seis horas el Ayuntamiento de Santiago acabó con las siete toneladas de las que disponía, y pese a que el sol echó una mano, en muchas zonas los coches y los peatones siguieron teniendo problemas. Todos los medios resultaron escasos y al final muchos trabajadores no pudieron incorporarse a sus puestos. Al Polígono do Tambre, el más importante de la ciudad, y también el más frío, sólo llegó el 10% de los trabajadores. Muchos comercios no abrieron a pesar de las rebajas, y en las panaderías, los clientes formaban cola como en los tiempos del racionamiento, esperando a que llegasen las barras. Tampoco se pudieron repartir el correo y la prensa hasta el mediodía, y más de la mitad de los puestos de pescado de la plaza de abastos no levantaron la verja. Los vendedores son gente de Boiro, Cabo da Cruz, Ribeira o Cambados y la mayoría no pudo llegar.

Tampoco pudieron hacerlo numerosos pacientes de la sanidad pública. En el Complejo Hospitalario de Santiago corrían las citas sin que nadie entrase a consulta, y en Urgencias hubo menos clientela de lo habitual. Eso sí, un tercio (unas 30 personas) fueron por resbalones en la nieve: "Esguinces, golpes lumbares y roturas", indicó un portavoz del centro médico.

En los atascos de más de dos horas que afectaron a los accesos y los alrededores de la ciudad quedaron atrapados coches de policías, ambulancias e incluso algún vehículo fúnebre. En lugares como la Avenida de Castelao y los alrededores del Tambre, hubo conductores que, alarmados por los resbalones, dejaron sus vehículos atravesados en la calzada y siguieron caminando hasta sus puestos de trabajo. En los garajes con rampa de salida, los turismos patinaban y no podían salir, y la empresa de grúas más importante, Castmart, calificó de "caótica" la situación. Sólo se registraron heridos leves, pero las grúas tuvieron que rescatar 70 coches en cinco horas.

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Los parques se poblaron de muñecos blancos. Y en el barrio de Meixonfrío el jardín do Pozo da Neve volvió a hacer honor a su nombre después de cien años. Todavía sigue estando allí el enorme agujero en el que se almacenaba todo el hielo que compraban las tascas de la ciudad. Los propietarios del Pozo lo recogían en las heladas lagoas de Boisaca y lo conservaban todo el año en casa. Vendían a una perra cada cesta de nieve.

La Xunta recibió aviso de 300 incidencias en toda Galicia, pero muchas no llegaron a trascender. En el aeropuerto coruñés de Alvedro tuvieron que ser desviados tres vuelos porque había placas de hielo en la pista de aterrizaje. Y en Carballo, A Estrada y Guitiriz quedaron numerosos autos atrapados durante varias horas. En este último municipio lucense, hubo coches que no se pudieron mover desde las 21 horas del jueves hasta pasado el mediodía de ayer.

En Lugo capital, hasta las 12.30 muchos taxistas prefirieron dejar aparcada su empresa. "Esto no está para trabajar. Prefiero no facturar nada a perder dinero conduciendo", protestaba un profesional del gremio. La nieve y, sobre todo, el hielo sumieron en el caos a toda la provincia y minimizaron los servicios públicos. "Actividad cero", resumía la telefonista de la estación de autobuses.

Los desplazamientos se redujeron en toda la provincia y por las calles de Lugo circularon apenas un 30% de los vehículos que lo suelen hacer en un viernes normal. En la capital se registraron sólo siete accidentes, todos sin heridos.

En la provincia, la propia A-6 estuvo cortada en dos puntos parte de la noche del jueves al viernes, y las placas de hielo hicieron imposible la entrada a Galicia por Pedrafita. "Incluso a las quitanieves les cuesta mantenerse en la calzada", explicaba el alcalde, José Luis Raposo.

Aspecto que ofrecía Santiago sobre las 11.00 horas de ayer, en una imagen tomada desde las laderas del monte Pedroso.
Aspecto que ofrecía Santiago sobre las 11.00 horas de ayer, en una imagen tomada desde las laderas del monte Pedroso.ÓSCAR CORRAL

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