Patologías
La mayoría de los regalos que estos días han recibido los adultos y niños de nuestro mundo estaban fabricados en países remotos, de cuyos habitantes apenas sabemos que trabajan barato y desde los cinco o los seis años. Cabría preguntarse por qué las noticias, siendo también un producto de consumo, no se confeccionan en los mismos lugares que los pantalones vaqueros o las deportivas de marca. Lo lógico es que enviáramos a aquellos países lejanos la materia prima (facilísima de exportar), y que la elaboraran, en jornadas de 20 horas y sin seguros sociales, hasta alumbrar una noticia. Ya el hecho de que los Reyes Magos vengan a repartir felicidad desde lugares donde lo que abunda es la desgracia merecería una apertura a cinco columnas. A veces tiene uno el suceso delante de las narices y no es capaz de verlo.
Enviémosles los datos y que nos los devuelvan convertidos en información. Nuestros Estados, por ejemplo, auxilian con dinero público a la industria del automóvil, productora incansable de cadáveres subvencionados que no provocan ninguna clase de malestar social. En cambio, un atentado terrorista fallido a bordo de un avión nos pone histéricos, paraliza los aeropuertos durante dos o tres semanas y hace ricos a los fabricantes de escáneres. ¿Cómo coserían estos datos objetivos en donde con tanta maestría ya nos cosen los Levi's? ¿Cómo sería la noticia resultante? El cambio de punto de vista, además de introducir un factor de entretenimiento, nos ayudaría a comprender mejor el mundo en el que vivimos y los entresijos del negocio de la información. Y todo por dos céntimos, pues un periódico o un telediario confeccionados en donde nos fabrican el resto de los bienes de consumo saldrían tirados. No entendemos el porqué de esta resistencia, a menos que los becarios de Periodismo nos produzcan una debilidad patológica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.