Año pésimo en el Mediterráneo
Lo más lacerante de la recesión es el paro, la enfermedad socioeconómica más destructiva de ésta y de todas las crisis. España vivió un 2009 pésimo en el mercado laboral, con la destrucción de empleo más rápida de las últimas décadas y del conjunto de Europa. Y con la consiguiente pérdida de bienestar y de retraso en la convergencia real con la UE. Pero el análisis por comunidades introduce un serio problema adicional: las agudas diferencias regionales que deja la crisis. Es decir, mayores disparidades por comunidades.
Aunque en todas -absolutamente todas- las comunidades el desempleo registró un fuerte impulso en 2009, la cuenca mediterránea se lleva la palma: Murcia, Comunidad Valenciana y Cataluña presentan alzas del paro superiores al 32% en 2009, seguidas de cerca por Madrid. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria tiene mucho que ver con esos datos.
En el otro extremo, el paro golpeó con menos fuerza en Extremadura y Galicia, con alzas inferiores al 18% en 2009. Andalucía y Asturias, junto con Ceuta y Melilla, presentan también subidas inferiores al 20%, muy por debajo de la media española (25,4%). De nuevo el ladrillo explica parte de esa historia.
Desde el inicio de los problemas, allá por agosto de 2007, los datos son parecidos. El paro se ha triplicado en Baleares, con una crisis de doble hélice: turismo-construcción. Y ha azotado con fuerza a prácticamente los mismos sospechosos habituales: Murcia, Aragón (tras el final de la Exposición Universal), Comunidad Valenciana, Cantabria y Cataluña registran aumentos del paro superiores al 120%. Extremadura y Galicia, de nuevo, son los que mejor resisten, aunque con notables aumentos, que rozan el 60% desde el comienzo de la crisis.
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