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Con la sombrilla a Doñana

La protección ampliada del parque permitirá el acceso restringido de turistas

El aumento previsto de la zona litoral protegida en el Espacio Natural de Doñana, anunciado el pasado lunes por la consejera de Medio Ambiente, Cinta Castillo, ha sido bien recibida por los grupos sociales implicados. Las organizaciones ecologistas y los responsables políticos de los municipios afectados se alegran de que Doñana se amplíe y de que los fondos marinos adquieran una mayor relevancia en su definición y conservación.

Sin embargo, el proyecto preocupa a otros sectores, en concreto a los usuarios de la zona a ampliar, los 50 kilómetros de playa onubense que separa las localidades turísticas de Matalascañas y Mazagón. El núcleo de población de ambos municipios llega a multiplicarse por diez en verano debido a la llegada de visitantes nacionales y extranjeros. Y surge la pregunta inevitable de cuáles serán las implicaciones del aumento de protección y conservación, no hacia el mar (que no tendría repercusión en los bañistas) sino en la franja litoral. Desde la Consejería se explica que, en principio, no hay por qué preocuparse ya que el acceso seguirá siendo libre para todo el mundo, como ocurre ahora.

El plan evitaría la edificación en áreas próximas a playas y las plantas eólicas

Las restricciones se ceñirán, de aprobarse el proyecto, al acceso motorizado de las zonas aledañas, la apertura de chiringuitos o restaurantes y la colocación de carteles publicitarios. La playa de Matalascañas se encuentra ubicada entre el Parque Nacional, que se extiende hasta Cádiz por el sur, y el Parque Natural, que llega hasta Mazagón, dirección norte. Ambos parques están gestionados por la Junta bajo el nombre general de Espacio Natural de Doñana, pero cada uno sigue sus propias normas recogidas en el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) y el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG).

En el Parque Nacional, por ejemplo, no se puede cazar. En el Natural, sí. En el Nacional, hay zonas de playa en las que no se puede construir absolutamente nada. En el Natural, puede haber algún restaurante, casa de pescadores o cámpings, por ejemplo, como de hecho existen. La Junta afirma que aún no está decidida la figura de la ordenanza a cumplir -a falta de reuniones y participaciones de la comunidad científica y el Consejo-, pero que no habrá problemas para el turismo. El II Plan de Sostenibilidad para Doñana mencionaba expresamente que las fórmulas de desarrollo urbano inmobiliario en esas playas se llevaron a cabo en el pasado "sin una adecuada ordenación y con graves carencias en el acondicionamiento del espacio urbano de uso común", pero se destacaba "el potencial de generación de riqueza y empleo que poseen los núcleos litorales de Mazagón y Matalascañas". Por lo tanto, aún no se sabe qué va a ocurrir, pero no perjudicará a nadie.

Más bien, al contrario. El plan, en su vertiente mar adentro, mejorará el conocimiento de las especies marinas de la zona. También se evitaría la construcción de plantas eólicas en el mar protegido o la edificación en áreas próximas.

"Dependiendo de la extensión del nueva área protegida, se podrán construir o no", explicó ayer Juan José Carmona, coordinador nacional de WWF para la oficina de Doñana. Otro tema delicado que ha dado grandes quebraderos de cabeza a la Administración es el paso de petroleros por la zona marina próxima a Doñana con dirección a la refinería de Huelva. "En el Consejo se habló mucho de lo ocurrido con los petroleros en verano (el derrame de crudo) y la Estación Biológica reconoció que la zona marina era la más perjudicada y que habría que hacer algo", matizó el ecologista.

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