Escándalo e intolerancia

El mismo día en el que un radical intenta asaltar la casa del caricaturista danés Kurt Westergaard por sus lejanos, pero según parece aún vivos, dibujos de Mahoma, la cadena de televisión Cuatro emite la obra maestra de los Monty Python, La vida de Brian.

Se cumplen en breve 33 años de la mayor y mejor vuelta de tuerca que el humor haya dado a la religión católica. El Vaticano se escandalizó, cómo no, se alzaron inevitablemente algunas voces, pero ningún integrante del grupo humorista británico tuvo que caminar con guardaespaldas ni vivir un infierno por ejercer la libertad (¿qué hubiera pasado si el pobre Brian hubiera sido confundido con Mahoma?) y hoy, como ayer, podemos ver la película y carcajearnos sin problema. Aunque una Biblia presida nuestra biblioteca.

Eso deberían aprender los que hoy dañan el islam o cualquier otra religión, con una mentalidad de la caverna: actúan en el nombre de Dios los que con su irracionalidad confunden el respeto con la imposición y la libertad con un precipicio. Los que siembran el odio en millones de cerebros. Y ya sabemos qué fruto nace del odio. Basta abrir los ojos y asomarse al mundo, ése del que quisieron bajarse Groucho Marx y Mafalda. Dos sabios.