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El terrorismo islamista

La CIA promete vengar el ataque a una de sus bases en Afganistán

El centro dirigía los bombardeos contra feudos talibanes en Pakistán

Antonio Caño

La CIA promete vengar el ataque en el que murieron siete de sus agentes en una de sus principales bases de operaciones en Afganistán, donde la agencia de espionaje estadounidense ha evolucionado como una unidad de élite, casi como una fuerza paramilitar, que actúa directamente contra las organizaciones terroristas más violentas.

El ataque del miércoles pasado, perpetrado por un suicida que consiguió penetrar en la instalación de la CIA con un chaleco explosivo, parece la consecuencia directa de la lucha particular que esa agencia mantiene desde hace meses con grupos como Haqqani o Tehrik-e-Taliban, que los expertos norteamericanos consideran las facciones más agresivas y mejor adiestradas de los talibanes.

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Un alto funcionario de los servicios de espionaje que habló con la prensa norteamericana de forma anónima aseguró que las acciones contra esos grupos no van a detenerse por lo ocurrido en la base de Chapman, en la provincia afgana de Khost. "Ese ataque va a ser vengado por medio de operaciones antiterroristas agresivas y eficaces", declaró esa fuente.

La base de Chapman es uno de los principales centros en los que se planifican las actuaciones de comando de la CIA contra los talibanes. Ese lugar es donde se deciden la mayor parte de los bombardeos que se realizan con aviones sin tripulación, y es también un punto de reclutamiento de informantes entre la población afgana.

Aunque no hay una versión oficial sobre lo ocurrido, se cree que el autor del atentado del miércoles entró en las instalaciones vestido con un uniforme del Ejército afgano y con la promesa de revelar una información valiosa. Hizo explotar la carga que llevaba prendida al cuerpo cuando ya se encontraba reunido con varios agentes de la CIA, entre ellos el propio jefe de la base.

Es difícil de entender cómo pudo llegar el atacante hasta esa reunión sin haber sido registrado. Una fuente oficial ha dicho simplemente que la CIA se ve obligada a asumir riesgos para conseguir acceso y ganarse la confianza de posibles informantes. Un portavoz de los talibanes ha declarado que el responsable del atentado era un miembro de las fuerzas armadas afganas.

Como es preceptivo en la CIA, no se han revelado los nombres de los muertos, aunque se sabe que la jefa de la base era una mujer, madre de tres hijos y considerada una veterana en las misiones de espionaje. Al menos otros seis agentes quedaron heridos en el mismo ataque.

Se trata de uno de los episodios más trágicos en la historia de la CIA, que sólo había perdido en el cumplimiento del deber a 90 agentes en sus más de 60 años de vida. "Siempre hemos contado con la posibilidad de perder agentes, pero la pérdida de tantos en un solo ataque resulta muy doloroso y es un gran golpe para el sistema", ha manifestado el presidente Barack Obama en una carta dirigida a la CIA.

El ataque es interpretado en Washington como la consecuencia inevitable del protagonismo creciente alcanzado por la CIA en Afganistán, que desborda con mucho su labor tradicional de recogida de información.

Aunque la CIA siempre ha tenido una unidad de intervención directa, llamada División de Actividades Especiales, fue después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 cuando se le dieron a la agencia poderes extraordinarios para perseguir y matar a los jefes terroristas más buscados. Esos poderes incluían la dotación de cárceles secretas en las que los sospechosos eran retenidos y torturados.

Tras la llegada de Obama a la presidencia, se le quitaron a la CIA algunas de sus prerrogativas, tanto la de las cárceles como su participación en interrogatorios, pero se mantuvo la orden de actuar directamente contra los cabecillas terroristas y se incrementaron los bombardeos con aviones sin pilotos.

Obligada también por el papel decreciente de las compañías de seguridad privadas, la CIA actúa hoy en Afganistán casi como un pequeño ejército particular encargado de misiones precisas que son más difíciles de ejecutar para las fuerzas armadas regulares.

Una de las labores, por ejemplo, que le están vetadas al Ejército regular y de las que se ocupa la CIA es la de la persecución de los enemigos cuando cruzan la frontera hacia Pakistán, donde las fuerzas armadas norteamericanas no están autorizadas a actuar, o en otros países, como Yemen y Somalia, donde se sospecha que Al Qaeda está resurgiendo.

Los sucesos de la Base Chapman llegan en un momento de gran controversia sobre el papel de los servicios secretos en Estados Unidos, que dieron muestras graves de descoordinación en el atentado frustrado del día de Navidad y que fueron incapaces también de anticiparse a la matanza de noviembre en el cuartel de Fort Hood, pese a que el autor, un coronel médico, estaba siendo investigado por el FBI.

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