Las vidas cruzadas de dos genios
Un libro de cartas revela la amistad entre Otero Pedrayo y Filgueira Valverde
El pontevedrés Xosé Filgueira Valverde y el orensano Ramón Otero Pedrayo, "fuera de clichés". Así los definió el presidente del Consello da Cultura Galega (CCG), Ramón Villares, en la presentación del libro que demuestra la amistad que unió a estas dos figuras. Epistolario recoge casi 300 cartas que dan testimonio de cincuenta años de relación entre dos intelectuales fundamentales del siglo XX.
Más allá de la distancia física e ideológica, ambos redibujaron esa línea roja que ficticiamente separó siempre a nacionales y republicanos. Fueron el reflejo de una sociedad en la que los mismos afines al régimen podían sintonizar Radio Pirenaica tras rezar el rosario, y republicanos convencidos podían no sentir especial aprensión hacia la iglesia. En ese contexto, Filgueira y Otero encontraron su propio camino de vuelta en aras a una amistad que superó una guerra civil y creció gracias a la admiración profesada primero por Filgueira sobre la figura inconmensurable de Otero -les separaban 20 años- y, después, del mutuo respeto personal y profesional.
El orensano felicitó el año 1946 al pontevedrés con un poema de 39 versos
Pese a la distancia ideológica, la relación siguió hasta que murió Otero
El epistolario ilustra aspectos clave de la situación cultural de Galicia durante el franquismo. Un diálogo "cruzado", dice Villares como autor del estudio introductorio de la obra, en el que Filgueira Valverde pone "más cuidado" que Otero. Más allá de abordar la actualidad cultural, los autores acceden también a sus respectivos universos personales. Como refiere María Jesús Fortes Alén, responsable de recopilar cada uno de los textos, los temas que les hicieron coincidir fueron los trabajos en el Seminario de Estudos Galegos, así como las colaboraciones, congresos, la edición de libros o la Real Academia Galega. Amén de esto, Fortes recoge "algunas piezas publicadas por Filgueira Valverde y otras que creo que están inéditas" y habrán de ser tenidas en cuenta para el estudio de la obra de Otero Pedrayo.
El diálogo arrancó un 4 de enero de 1927 entre un discípulo y un maestro, con un Filgueira "estudiante y admirador de la Xeración Nós y de Otero Pedrayo" y que termina con un Otero rendido al "gran" Filgueira "que todo lo puede", explica Villares en alusión al "fino humor" del profesor, militante del Partido Galeguista, ante el que fuera también alcalde de Pontevedra, un hombre con recursos de los que echaría mano alguna vez el orensano. Las epístolas ponen de relieve la distinta formación académica, reglada en el pontevedrés y "más expansiva, abierta, plural y curiosa" en la del amigo. Todo un rosario de contrastes que pese a derivar en "algunos silencios" nunca dieron lugar a una ruptura.
Cartas, algunas sembradas de una prosa deliciosa, otras retazos de historia, que transportan a una época en la que Otero se confesaba "doorido" por la enfermedad de un Castelao casi ciego que apuraba sus últimos días en los jardines de Palermo (Buenos Aires). "Non'o podo afastar do maxinar", decía. Corría el 4 de junio de 1949 y contestaba Filgueira informando de un pequeña mejoría, "triste e consoadora".
A lo largo del epistolario, que se realizó a partir de la correspondencia contenida en los archivos custodiados en la Biblioteca Penzol y en el Museo de Pontevedra, surgen curiosidades que ponen el acento en la personalidad de Otero, como una carta escrita íntegramente en latín o un poema de 39 versos con el que felicitó el nuevo año 1946 a su amigo Filgueira.
En ese recorrido hay intereses comunes, como la Real Academia Galega con la "preocupación sistemática" de Filgueira, "o vello profesor", por "darle sentido" a este organismo, para lo que, puntualiza Villares, "se apoyó mucho en Otero". Compartían además el interés por "componer" una historia general de Galicia, donde Filgueira apuesta por defender "una Galicia histórica frente a una historia intelectual", matiza el presidente del Consello da Cultura Galega. Y es que Filgueira también formó parte en sus primeros años del Partido Galeguista, del que se desvinculó por la deriva a la izquierda.
Las cartas aportan también nuevos datos para "entender" la desaparición del Seminario de Estudos Galegos y la consecuente aparición del Instituto Padre Sarmiento fundado en 1944, que "se construye sobre las cenizas de parte del seminario". Esa intensidad en la correspondencia, a nivel intelectual, se difuminará a partir de los años 60, no así su amistad tal y como muestra la última carta remitida en marzo de 1976, un mes antes de la muerte de Otero.
Ambos, uno desde una postura "más próxima" a la vida política del régimen y otro más distante, lograron que todo este legado cultural sobreviviera al franquismo "para transmitir lo esencial a las generaciones de los años 60 y 70". La obra pone el broche a un homenaje al profesor Filgueira que arrancó hace tres años desde el Museo de Pontevedra.
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