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Entrevista:CARLOS SAINZ | Piloto de Volkswagen | Mañana comienza el Rally Dakar

"Nunca golpeo el coche"

Oriol Puigdemont

Son las diez de la mañana en Buenos Aires, cuando en el vestíbulo del hotel 725 Continental se abren las puertas de uno de los ascensores y aparece Carlos Sainz (Madrid, 1962), vestido con las bermudas y el polo del equipo Volkswagen que desde mañana y hasta el próximo día 17 intentará revalidar el título del Dakar que consiguió el año pasado por primera vez en su historia. Camina tieso como un palo -"no sé si es debido al avión o a que he dormido fatal, pero el cuello me está matando"-, pide un café cortado y se sienta en un sofá a conversar con EL PAÍS. Justo antes de comenzar suena su móvil y contesta: "Hola Diego. ¿Que está lloviendo? Perfecto, pues que siga así". Se trata de un viejo amigo que conoció cuando corría en el Mundial de Rallies. "Uno de esos que me seguía por todas partes, que llama para decirme que en Córdoba está diluviando". Para Sainz, el agua buena porque despeja los caminos de polvo.

"Esta prueba es un ejercicio de paciencia. Por eso, para mí, era muy complicada"
"En las dunas sólo me preocupa pasar. Puedo ir rápido, pero sé que me la juego"
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"Ganar esta vez no será tan fácil"

PREGUNTA. Este es su cuarta participación en el Dakar. ¿La experiencia acumulada durante estos años le ha llevado a cambiar su forma de afrontar la carrera?

RESPUESTA. Ahora conozco mejor la filosofía de la carrera, cómo responde el coche en las dunas y en la arena, pero eso no quiere decir que ya no me vaya a quedar empantanado porque aquí le puede pasar a cualquiera. Además, el equipo cada vez está más preparado. El año que llegué a Volkswagen (2006), todo era muy distinto. Ese proceso hace que afronte el Dakar con más tranquilidad, con menos incertidumbre.

P. ¿En qué situaciones concretas se detecta esa mayor experiencia?

R. Para mí, el Dakar ha sido desde el principio un gran ejercicio de paciencia. Para una persona que es bastante impaciente como es mi caso, al principio era muy complicado. Cuando el copiloto duda y te pide que te pares. O si te equivocas, vas por el camino malo y tienes que dar la vuelta. En todos esos casos, antes me agobiaba mucho. Es evidente que esas cosas me siguen generando estrés porque el cronómetro no se para, pero he aprendido que, a lo largo de un Dakar, eso le pasa a todo el mundo tarde o temprano. Yo venía de una especialidad en la que contaban los segundos y las décimas, y esto es distinto. También he aprendido la importancia que tiene la estrategia y saber, por ejemplo, que a veces es mejor no ir delante. Lo que pasa es que aquí no tienes referencias, no sabes el tiempo que hacen los demás, y la única posibilidad que tienes de intuir es si alcanzas a uno o te pilla él, porque sabes cuándo salía.

P. Usted siempre dice que no va tan rápido, que no fuerza más de lo normal. Pero sus rivales, los que corren contra usted, aseguran que vuela.

R. Lo que me encantaría es que la gente que dice eso lo analizara. Yo llegué al Dakar el primer año y se me criticó porque iba muy rápido y porque ganaba etapas. Pero es que el coche estaba intacto hasta que se me rompió el embrague. Allí perdí un montón de tiempo hasta que le lo repararon. Luego me reenganché a la carrera y seguí ganando etapas. Ningún ingeniero puede decir que yo golpeo el coche. Al revés, cuando lo miras por debajo no tiene ni un rasguño. Llega la segunda edición y lo mismo: gano etapas y voy delante. Hasta que se me rompe la dirección asistida. Entonces, al día siguiente me lanzo a recuperar tiempo y se me rompe el motor. El mismo día se le rompió a [mi compañero] De Villiers, y a Ari Vatanen el primer día. Mi coche siempre ha estado intacto.

P. Si hubiera ido un poco más lento el año pasado, ¿no habría podido ver el barranco por el que se despeñó?

R. Es que no se veía. Detrás de mi, un BMW de los más lentos se quedó con una rueda colgando en el aire, y un Mitsubishi que no sé si era el de Nani Roma, se nos hubiera caído encima si no lo llega a parar un comisario. Hasta ahora, nadie puede decir que me dado contra un árbol por ir demasiado rápido, o que vaya rompiendo el coche. Pregúntele a los ingenieros: ¿cómo devuelve el coche Carlos? Por ejemplo, este año, con Al Attiyah (nuevo piloto de Volkswagen), ha habido carreras en las que sí que a los dos nos daba igual el coche porque estábamos picados. Ahí sí que si me hubiera despeñado habría tenido que reconocer que me había tragado una piedra o lo que fuera.

P. ¿Cómo lleva lo circular por las dunas?

R. Eso es lo que más me ha costado. Antes, iba pasando y a la quinta ya me pegaba el susto. Ahora ya no, me lo tomo con mucha calma y corro sólo cuando sé que puedo hacerlo. En las dunas sólo me preocupa pasar, no quedarme enganchado. Para ir rápido en las dunas no hay que saber conducir, hay que haber pasado muchas. Si quieres ir rápido puedes hacerlo, pero tienes que saber que te la vas jugando. No sabes si la duna tiene más corte o menos, y la mayoría de las veces no ves nada hasta que la has coronado. Al abordar una duna siempre tienes que ponerte en el peor de los casos, porque si no lo haces, tarde o temprano... ¡catapum!

P. ¿Se toma este reto como algo personal? ¿Si hubiera ganado, estaría aquí ahora?

R. Es que yo en el Dakar disfruto mucho. El otro día, antes de viajar hacia Buenos Aires, mi mujer me preguntó: '¿Tanto te compensa el Dakar? Pasar las navidades fuera, no venir a esquiar con nosotros etc. Si pudieras cambiar tu decisión, ¿te quedarías?'. Y yo le dije que me sigo divirtiendo, que disfruto, y que el día que no lo haga se me notará mucho. ¿Qué es lo que no me divierte del Dakar¿ Hombre, si pudiera cambiar las fechas las cambiaría, aunque también sé que son los días ideales para un evento así. Sobre ir a correr el Rally Dos Sertoes o irme a hacer unos test a Marruecos en verano, pues evidentemente que no me apetece mucho. Pero el Dakar va en un pack, y lo compras o no lo compras. Por el momento me compensa. Cuando me retiré de los rallies tenía un contrato cojonudo con el equipo campeón del mundo (Citroën) para seguir corriendo, y decidí dejarlo.

P. ¿Es verdad que cuando corre no sabe por dónde pasa?

R. Es que voy tan concentrado en la conducción y en el camino para ir rápido, que no tengo tiempo para ver el paisaje. Me acuerdo que, en África, todo el mundo me preguntaba por el Paso de los Elefantes y yo no sabía de lo que me hablaban. Al final le dije a Michel Perin (su copiloto en las dos últimas ediciones) que me avisara. Al menos para poder decirles a mis nietos que he pasado allí. Pero yo iba tan enfrascado en el camino que no recuerdo nada. En todos estos años me parece que ha habido dos veces que he pasado por un sitio que me ha llamado la atención y he pensado: qué bonito.

P. ¿Porqué ha decidido cambiar de copiloto y formar pareja con Lucas Cruz (ex compañero de Nani Roma)?

R. Hablar el mismo idioma hace que el desgaste mental sea muy inferioR. Yo pensaba que no sería tan exagerado. El primer año, con el alemán (Andreas Schultz), lo pasé fatal. Entre que íbamos a toda leche y que él no hablaba muy bien el inglés, de la información que venía en el libro de ruta me transmitía la mitad. Y cuando te metes en un lío es un drama. Ahora no, con Lucas nos podemos gritar en español y todo es mucho más fácil y menos cansado (se ríe).

P. El abandono de Mitsubishi allana el camino a Volkswagen. Quien cree que se lo pondrá más difícil: ¿De Villiers, que es mucho más conservador, o Al Attiyah, que es más agresivo?

R. Ojo que De Villiers en esta carrera no va lento, ¿eh? Yo saldré al ritmo que crea que debo salir. No descarto que Al Attiyah vaya delante de mí. Si va más rápido, pues ole por él. Y aquí hay un piloto con el que no estamos contando que es Stéphane Peterhansel (este año corre con BMW). El año pasado, el que nos apretó las clavijas a los Volkswagen fue Al Attiyah con el BMW. El coche tiene posibilidades y funciona, otra cosa es lo que vaya a durar, pero Peterhansel no es manco.

Carlos Sainz, durante el Rally Dakar, todavía africano, de 2007.
Carlos Sainz, durante el Rally Dakar, todavía africano, de 2007.ASSOCIATED PRESS

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