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Reportaje:

El muro de la discordia

El derribo de la tapia del Jardín de Monforte de Valencia desata la polémica

El 7 de marzo de 2008, el presidente del Consell Valencià de Cultura (CVC), Santiago Grisolía, expresó su "preocupación" por el estado de conservación del Jardín de Monforte de Valencia. La comisión de legado histórico del organismo decidió entonces la redacción de un informe sobre el jardín, y éste se remitió un mes más tarde al Ayuntamiento de Valencia y a la Consejería de Cultura. Afirmaba el documento, entre otras cosas, que una parte del muro que rodea el jardín se veía "presionado por el crecimiento de los árboles". Más de año y medio después, aquella "preocupación" de Grisolía ha desembocado en un encendido debate. Dentro y fuera del CVC.

El motivo es la decisión del Ayuntamiento de eliminar una parte del muro perimetral del parque, que tiene la consideración de Bien de Interés Cultural (BIC), con la pretensión de hacerlo más accesible al público y remediar las humedades y la lenta asfixia de varios árboles de gran porte pegados a la tapia. El proyecto recibió el visto bueno de la Dirección General de Patrimonio de la consejería a mediados de noviembre. El muro se puede derribar siempre y cuando no se alteren "las esenciales características volumétricas y espaciales del ámbito" y la consejería pueda supervisar la colocación del enrejado.

El consistorio dice que quiere hacer más accesible el jardín
El ex consejero Fernando Villalonga considera el derribo "una barbaridad"

La intención de ejecutar el cambio, que el Ayuntamiento aún no ha presentado públicamente porque ultima el proyecto, ha suscitado numerosas reacciones de rechazo.

La Asociación de Amigos del Jardín Valenciano lo considera un "acto de expolio" denunciado directamente al Ministerio de Cultura y merecedor de la dimisión de la directora general de Patrimonio, Paz Olmos, de los concejales con competencias en el asunto y del propio presidente del CVC, así como de los miembros de la institución que votaron a favor del derribo en un segundo informe aprobado a finales de noviembre pasado. La portavoz municipal socialista, Carmen Alborch, ha pedido al consistorio que "rectifique" porque se trata "de un jardín romántico que nace con vocación de estar cerrado y protegido".

En la misma línea, desde las páginas del diario Levante, el ex consejero de Cultura Fernando Villalonga, a cuyos antepasados perteneció el jardín, ha calificado el derribo de "barbaridad" y "atentado al patrimonio" contra un parque que corresponde a la tipología del hortus conclusus o huerto cerrado. El de Monforte "es un jardín neoclásico, cerrado, y debe mantenerse así", opina Villalonga, como también Esquerra Unida o el Cercle de Benicalap, que en un principio vio "irracional" el proyecto y lanzó una recogida de firmas para un escrito dirigido al Ayuntamiento. No obstante, el pasado jueves 17 de diciembre, el Cercle y República Valenciana afirmaron que el Ayuntamiento les ha mostrado el expediente y que sólo se eliminará parte del muro recayente a las calles de Monforte y del Doctor Severo Ochoa, por lo que ahora consideran "justificado" el proyecto, pero con ciertas reticencias. Por ello, el pasado martes, la agrupación envió un escrito a la fiscalía de Valencia en el que solicitan una investigación para aclarar si hay un posible expolio.

Villalonga, como otros críticos con el planteamiento municipal, ha apuntado a los vecinos del entorno como supuestos instigadores de la mayor apertura del parque, en cuyo palacete se celebran las bodas civiles. Uno de esos vecinos cercanos es el propio Grisolía. El presidente del CVC emitió con otros consejeros un voto particular al segundo informe sobre el polémico asunto y puso así de manifiesto el desencuentro en el seno del organismo a cuenta del muro de la discordia. En el pleno de la institución del pasado 26 de noviembre, se aprobó un informe de Carmen Morenilla y Vicente Muñoz Puelles que propone la "modificación de la tapia mediante la apertura de una o dos puertas adicionales" que permitirían ver el jardín desde el exterior, "lo que ayudaría a que el público lo conociera y visitara". Hoy en día sólo hay una entrada habilitada por la plaza de la Legión Española y el jardín está mal señalizado.

Las puertas sugeridas "ayudarían también a resolver un problema mayor, el de la ventilación, que tanto parece afectar a la salud del suelo y a la de la vegetación", apunta el informe, que recuerda que se trata de un BIC, por lo que las modificaciones "deberían respetar el carácter histórico e intimista del jardín de Monforte".

No está de acuerdo Grisolía, cuyo voto particular suscriben otros cuatro consejeros (Ramón de Soto, Manuel Ángel Conejero, Enrique García Asensio y Luis Prades). "Desgraciadamente", afirma Grisolía, en su ausencia al final de la reunión de la comisión de legado histórico artístico del 4 de noviembre se introdujeron modificaciones al informe de Morenilla y Muñoz Puelles que no han gustado al presidente del CVC. "Por la situación específica del jardín, rodeado en gran parte por altos edificios, los árboles no reciben bastante sol" y el muro también supone un "obstáculo a la aireación", por lo que Grisolía propone "que se quite la mayor parte posible de los muros, muchos de ellos sin valor alguno, y que se reemplacen por verjas". El Ayuntamiento aún no ha concretado qué parte del muro, si mucho o poco, pretende sustituir por una verja. Grisolía insiste en que el objetivo debe ser "que se conozca el jardín, que se use más". Para el presidente del CVC el actual muro y la falta de más entradas "restringen el uso" del parque, lo que "no parece democrático".

"Todos los problemas se podrían haber evitado"

Varios mecanismos parecen haber fallado en la gestión y conservación del histórico Jardín de Monforte de Valencia. Cercle Obert, la asociación que ha perseguido durante meses al Ayuntamiento y la Generalitat, está segura de la mala praxis de ambas administraciones. Según argumentan, los intereses urbanísticos que permitieron la construcción de un aparcamiento subterráneo en el entorno del jardín, han sido el desencadenante de su deterioro. Por ello, el pasado 22 de diciembre, y tras la reunión con los técnicos municipales, Cercle Obert envió un escrito a la fiscalía de Valencia solicitando una investigación e incluso una posible sanción.

Los controles que tanto el gobierno local como el autonómico deberían haber hecho hace al menos 20 años, nunca se redactaron. Según la normativa del Patrimonio Cultural Valenciano, las administraciones públicas tienen un plazo de un año para redactar un Plan Especial de Protección una vez un monumento haya sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Aun contando con dicha consideración desde los años noventa, y también catalogado como Jardín Histórico Nacional desde 1941, el de Monforte sigue esperando su plan.

Antonio Marín, presidente de Cercle Obert, ha denunciado de forma reiterada que todos los problemas se podrían haber evitado si se hubiera hecho el Plan Especial de Protección. De ser así, "nunca se hubiera autorizado la construcción del aparcamiento y ahora no se intentaría alterar parte del muro de mampostería", explica. La zona afectada por las humedades es, según la asociación, justo la que coincide con el aparcamiento. Sin embargo, afirmaron que, aunque están en contra de que se derribe el muro, el proyecto del consistorio es "correcto" dentro de lo malo.

El Grupo Socialista del Ayuntamiento de Valencia también presentó la semana pasada varias quejas al equipo de la alcaldesa Rita Barberá.

Sujetos a que el proyecto de alteración del jardín nació de la concejalía de Urbanismo, sin contar con la opinión de los técnicos de Parques y Jardines, ni de la Fundación Municipal de Parques y Jardines Singulares, encargados de su conservación, el PSPV acusó a la alcaldesa de desvirtuar el legado histórico de la ciudad. "Barberá se obsesiona en degradar el patrimonio", aseguró el concejal socialista Juan Soto.

Según las explicaciones aportadas por el gobierno local a la socialista Carmen del Río, no fue hasta después de idear la sustitución de parte del muro por una verja neoclásica cuando se solicitaron los pertinentes estudios. "La humedad, si existe, es la que generan los edificios de alrededor", afirmó Del Río.

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