Débiles señales de mejoría
La recuperación económica estadounidense parece cada vez más débil, distorsionada por el estímulo fiscal y monetario del año pasado. Las pruebas más recientes: el PIB del tercer trimestre se revisaba a la baja, hasta quedar en una tasa de crecimiento anual de un 2,2%, casi por completo gracias a la renovación de inventarios, al Estado y a los planes renove. Las recuperaciones pasadas fueron mucho más vigorosas. Las distorsiones económicas y el efecto expulsión podrían estar pasando factura.
Después de los descensos bruscos anteriores se inició una firme recuperación, animada por un cambio en el ciclo de inventario. Si bien las recesiones poco profundas de 2000-2001 y 1990-1991 sólo produjeron repuntes relativamente moderados, el aumento del porcentaje medio del PIB en los dos primeros trimestres siguientes a las cinco recesiones anteriores (1982, 1980, 1975, 1970 y 1958) fue de un sólido 6,7%.
Esta vez el crecimiento del primer trimestre posterior a la recesión ha sido débil y ha estado impulsado por la venta minorista y por empresas que rellenan parte del espacio libre en sus estanterías y en sus fábricas, por el gasto público y por el plan renove en el sector de la automoción. La ampliación de los inventarios proporcionará un nuevo empujón, ya que en el tercer trimestre seguía observándose una disminución considerable de las existencias. Aun así, con el descenso de la fabricación y un control más eficaz de los inventarios, la recuperación de éstos podría tener una repercusión menor de la esperada.
Los estímulos monetarios y fiscales han producido resultados claros en el sector de la vivienda. La venta de viviendas de segunda mano en noviembre repuntaba hasta alcanzar los 6,55 millones, la cifra más elevada desde febrero de 2007, menos del 10% por debajo de su máximo de todos los tiempos.
Dado que la tasa de ahorro personal ha caído del 5,4% en el trimestre anterior al 4,5% (muy por debajo del nivel que puede sostener un crecimiento saludable), que el déficit público del 10% del PIB está tragándose los recursos y el repunte de la venta de viviendas, que supone un despilfarro desde un punto de vista económico, parece quedar poco margen para una formación sana de capital. La inversión no residencial seguía descendiendo en el tercer trimestre y ahora se encuentra un 21% por debajo de su punto máximo. Éstos son, sobre todo, los frutos del ahorro insuficiente, el gasto público excesivo y una política monetaria que estimula las burbujas.
El crecimiento en el cuarto trimestre, que se anunciará a finales de enero, podría muy bien mostrar un aumento decente, aunque más lento que en otras recuperaciones anteriores. Sin embargo, los detalles podrían seguir siendo inquietantes para la salud de la economía estadounidense a largo plazo. -
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