Sin noticias del Guggenheim
Los vecinos de Urdaibai se confiesan perplejos ante el discutido plan para ubicar en su comarca el nuevo museo, cuyo proyecto afirman desconocer
Se habla más del nuevo Guggenheim en los corros políticos que en su escenario previsto. Los vecinos de Urdaibai se confiesan perplejos ante el discutido proyecto para ubicar en su comarca el futuro museo. Ajenos casi a los motivos esgrimidos por Gobierno vasco y Diputación de Vizcaya para argumentar su confrontación. "Nadie nos ha explicado de qué va esto", lamentan. Su información, de hecho, se reduce a la que los políticos se han limitado a exponer ante los medios de comunicación. "Ni siquiera han pedido opinión".
No es de extrañar la sorpresa en un lugar como Sukarrieta, donde se emplaza la parcela reservada para el equipamiento. Una localidad casi fantasma en invierno. Persianas y puertas cerradas jalonan su paisaje junto a locales de hostelería desiertos que aguardan a la llegada del buen tiempo. Lleva un rato cruzarse con alguien por las calles y resulta casi imposible imaginárselas llenas de turistas que pretenden ver un museo. En el municipio no se terminan de creer lo del Guggenheim. Quizá por ello, muchos vecinos están en contra del proyecto.
"Nadie nos ha explicado de qué va esto ni nos han pedido opinión"
"No lo veo mal si no hay masificación. La comarca está muerta"
La primera vez que oyó hablar del museo de Urdaibai, Fran Etxarte pensó que se trataba de "una inocentada". "Nadie ha concretado de dónde sale la idea, si se autofinanciará, si reportará beneficios, qué nuevas infraestructuras requerirá... Es como el despotismo ilustrado. Todo para el pueblo, pero sin él", critica. Pocos son, ciertamente, los detalles que los informes previos de la Diputación han desvelado al respecto. Tan sólo se conoce con exactitud su emplazamiento en los terrenos que todavía acogen las colonias de verano de la BBK, donde se levantaría un edificio singular aún por definir y que absorberá un presupuesto cercano a los 200 millones de euros.
La inversión, precisamente, es el principal escollo de la apuesta para muchos residentes. "No me parece serio plantearse algo así en tiempos de crisis, cuando hay otras necesidades por delante", considera Dominga Carrillo. La Diputación, principal valedora del plan, sostiene que el Guggenheim de Urdaibai podría atraer a unos 150.000 visitantes anuales y conllevar un incremento de la media de pernoctaciones en Vizcaya de tres décimas, lo que "tendría importantes repercusiones en el PIB". Una oferta no demasioda atractiva, sin embargo, para quienes "anteponen la tranquilidad del lugar".
Pese a la trascendencia que la institución impulsora da a su apuesta, la iniciativa no termina de calar entre la opinión pública de Urdaibai, que ni siquiera tiene un juicio formado al respecto. Ante los minoritarios apoyos y rechazos incondicionales al museo, muchos se debaten entre opiniones contrapuestas. "Yo no lo veo mal siempre y cuando la zona no se masifique con hoteles y viviendas. La comarca está muerta", opina Ibon López. La mayoría, eso sí, ve indispensable el desarrollo del proyecto bajo el respaldo de la firma Guggenheim. "De hacerse algo, que se haga en condiciones". Una postura que choca de frente con la esgrimida por el Gobierno vasco, partidario de una propuesta más abierta, que sirva de "plataforma a los artistas vascos".
Las opiniones contrarias sobre la participación de Guggenheim y la confrontación de los modelos de museo no son más que la escenificación de las discrepancias políticas entre el Gobierno socialista y la Diputación vizcaína. Tras los cruces de acusaciones previos, ayer salió a escena el alcalde peneuvista de Sukarrieta, Peru Sainz de Vizcaya, quien manifestó públicamente su malestar con las críticas del Ejecutivo a la supuesta afección medioambiental de un proyecto que aún no está definido. "Esta comarca soporta cada verano a las 50.000 personas que a diario se acercan hasta nuestras playas", recordó, antes de incidir en que el impacto de un equipamiento difícilmente resultará mayor.
Más allá de Sukarrieta, las versiones varían ligeramente. Jon Bilbao, de Mundaka, es partidario de un proyecto que confía en que sirva de motor para la economía de toda la comarca. No prevé que el museo anunciado vaya a suponer un boom turístico y, mientras espera el tren en la estación, confía en que los beneficios tampoco serían sólo monetarios, sino que pasarían también por una mejora de las frecuencias de transporte público.
Pese a lo que pudiera parecer, la juventud es la menos implicada en el proyecto. Advierten que en la zona "se vive bien tal y como está". No ven con malos ojos, sin embargo, la iniciativa de implantar un Guggenheim en Urdaibai. A sus 17 años, Borja Jaio no necesita detalles concretos del proyecto para tomar una posición al respecto. "Pues ni me había enterado, pero me parece bien. ¡La ilusión que le va a hacer a mis abuelos ver que la comarca tira adelante!".
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