Inútil
Cómo echo de menos al Berlanga de Plácido para que ruede, en aquellos magistrales y larguísimos planos-secuencia propios de su talento, una película inspirada en los sucesos que tienen lugar en Barajas y en la órbita de Air Comet. Plácido, sí: pienso en los cientos de trabajadores que llevan medio año sin cobrar y aguantando falsas promesas, los viajeros defraudados que juntaron como pudieron el dinero para comprar los billetes. En las ilusiones navideñas defraudadas. Plácido: en lugar de motocarro, aviones, como corresponde a los nuevos tiempos. Y un final sin cesta ni turrones para los empleados. Y sin castigo para el responsable.
Esto posee, también, un tufillo a lo Escopeta nacional. Que nadie me malinterprete. No estoy diciendo que el presidente de la patronal, y aciago patrono de la estrellada compañía aérea, sea un cínico chorizo vestido de tiros largos como el -por otra parte- divertidísimo marqués de Leguineche que interpretaba Luis Escobar. Mas su forma de "gestionar la crisis" -como finamente dicen las crónicas- hace que una suponga que el caballero es, al menos, tan inútil como Luis José, el hijo tonto del marqués, personaje a cargo de José Luis López Vázquez. Cualquier ciudadano con sentido común piensa que semejante talentazo de los negocios no debería presidir a los empresarios. ¿O sí?
Siempre recuerdo Plácido en Nochebuena, y siempre me emociona, cuando la vuelvo a ver, el villancico que suena en la escena final: "Madre, en la puerta hay un niño, más hermoso que el sol bello. Pues dile que entre, se calentará, porque en este mundo ya no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá". Casi medio siglo después, cambiemos la palabra caridad por justicia y lograremos una conclusión adecuada para este suceso, al que le faltan un director como Berlanga y un guionista como Azcona.
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