Tal para cual

Son numerosas las personas procedentes de los más diversos sectores sociales y políticos que consideran a Núñez Feijóo como uno de los más conspicuos representantes de la nueva derecha que, libre de las hipotecas del pasado, habla y actúa sin complejos. Puede ser, pero yo me inclino a pensar que nos encontramos ante un personaje cuyas frecuentes frivolidades demuestran fehacientemente que la ignorancia es muy atrevida. Añadan ustedes a ello que a este chico se le han subido a la cabeza tanto el inesperado triunfo electoral como determinadas encuestas y encontrarán la explicación de por qué Feijóo actúa como si fuese el rey del mambo.

La última e irreflexiva ocurrencia del presidente de la Xunta se produjo el pasado domingo en el curso de un acto público celebrado en Sevilla, cuando en compañía de Javier Arenas -Dios los da y ellos se juntan- afirmó que la transición española no estará completa hasta que en Andalucía se produzca un cambio de régimen. Pero hombre, señor presidente, usted debería saber que con independencia del resultado electoral que se produzca en su día en las elecciones autónomas andaluzas, el actual régimen político, basado en la Constitución y en el Estatuto, seguirá plenamente vigente. Aun en el caso de que se cumpliesen sus deseos y se produjera el improbable triunfo de la derecha en Andalucía, asistiríamos sólo a un cambio de gobierno por otro, a una habitual alternancia en democracia y no a un cambio de régimen.

A Feijóo se le ha subido a la cabeza el inesperado triunfo electoral y determinadas encuestas

También es posible que a Feijóo le haya traicionado el subconsciente y aspire realmente a construir un régimen, es decir, un dominio sobre cualquier otro poder significativo, sea político, económico, social o mediático. Porque aun no transcurrido un año de la nueva legislatura en Galicia, en la que la derecha dispone de nuevo de mayoría absoluta, resulta evidente que el presidente de la Xunta aspira a concentrar todo el poder, confundiendo mayoría absoluta con poder absoluto, y desarrolla un proyecto expansivo y excluyente que, rompiendo con todos los consensos anteriores, es la causa de graves tensiones y conflictos. Produce rubor, transcurridos más de treinta años en democracia, tener que recordarle a Núñez Feijóo que la mayoría electoral, por muy amplia que sea, no otorga un poder ilimitado, ni exime al Gobierno del cumplimiento escrupuloso de las normas con arreglo a las cuales resultó elegido.

Es esta lectura totalizadora de los resultados electorales realizada por Feijóo uno de los grandes problemas a los que ha de enfrentarse Galicia en los próximos tiempos. Todo lo demás, incluida la antología del disparate que suscribe algún destacado dirigente rural del PP, es pura anécdota que no debe distraer la atención de la oposición ni la de los ciudadanos. Son simplemente arroutadas de personas que han limitado su actividad cultural a ejercicios que sólo requieren respuestas de baja intensidad y que han reducido la complejidad de su comportamiento hasta situarla muy poco por encima del nivel que reclama la supervivencia en el medio político en el que se desenvuelven.

El citado acto celebrado en Sevilla terminó con la intervención, no menos sonada que la de Feijóo, protagonizada por Javier Arenas. En ella el dirigente popular andaluz no tuvo el más mínimo reparo en relacionar la política exterior del Gobierno con el secuestro por parte de Al Qaeda de tres cooperantes españoles en Mauritania, al mismo tiempo que reclamó el consenso en política exterior que había suscitado Aznar. ¿Entenderá Arenas por consenso el habernos metido en una guerra al margen de la ONU y en contra de la opinión del resto de las fuerzas políticas y de la mayoría del pueblo español? Cuando establece una relación causa-efecto entre nuestra política exterior y el secuestro de los cooperantes españoles, ¿está reconociendo también que el atentado a las Torres Gemelas, o la voladura de los trenes en Madrid y Londres fueron hechos debidos a la política exterior de Bush, Aznar y Blair? Sin comentarios.

Claro que en este caso no nos encontramos ante un ignorante, sino ante un personaje que carece de todo principio y escrúpulo democrático. Es otra de las caras de la derecha sin complejos, a la que pertenece Feijóo, dispuesta a todo con tal de recuperar el poder. Decía Bertolt Brech: "El que desconoce la realidad es simplemente un ignorante, quien conociéndola la oculta o la distorsiona es un miserable". A esta última especie pertenece Arenas. Sevilla, 20 de diciembre, Feijóo y Arenas mano a mano. Tal para cual.