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La construcción de vivienda protegida alivia el desplome de la de precio libre

El número de casas iniciadas en el tercer trimestre del año cae un 47,2%

Lluís Pellicer

El desplome del mercado inmobiliario español no ha tocado fondo. O al menos queda todavía un buen trecho para la recuperación. A pesar de que varias voces, entre ellas la del Gobierno, decían estar viendo los primeros brotes verdes, ayer la estadística dio otro mazazo al primer sector que entró en recesión. Según el Ministerio de Vivienda, durante el tercer trimestre se iniciaron las obras de 33.140 viviendas, lo que supone una caída del 47,2% respecto al mismo periodo del año pasado. El desplome siguió acelerándose, aunque la edificación de vivienda social amortiguó el golpe. La mitad de las casas iniciadas eran de protección oficial.

A pesar de que algunos empresarios y el propio Ejecutivo han venido sosteniendo que el sector inmobiliario se estaba estabilizando e incluso que iba a recuperar pronto la senda del crecimiento, la estadística oficial sigue siendo tozuda. Los datos del Ministerio de Vivienda vienen a confirmar las conclusiones del informe que publicó BBVA la semana pasada, que apuntaba que mientras no se vaya dando salida al stock de pisos de obra nueva por vender -que se estima que es de más de un millón de viviendas- la construcción seguirá estancada y los precios deberán seguir bajando.

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Los datos más demoledores son los que se refieren a la vivienda de mercado libre. Entre julio y septiembre arrancaron las obras de sólo 16.674 casas en toda España, cuando sólo un año atrás se habían iniciado 42.566. Es decir, el derrumbe en doce meses fue del 60%. Pero los datos intertrimestrales tampoco son alentadores, puesto que la caída de la obra nueva se aceleró. Si antes cedía a un ritmo del 10%, entre el segundo y el tercer trimestre el descenso fue del 20%.

Fuentes del sector recordaron que el tercer trimestre acusa el periodo de vacaciones estivales, durante el cual la construcción de pisos nuevos suele paralizarse. "No ha sido ninguna sorpresa, la iniciación de pisos ya se veía que iba a seguir bajando y este año nos vamos a situar entre las 180.000 y 190.000 viviendas", explica el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra, José García-Montalvo.

¿Se ha tocado fondo? García-Montalvo opina que el volumen de obra nueva al que se ha llegado es "muy bajo", sobre todo en relación con las 350.000 viviendas que, en época de normalidad, el mercado debería poder absorber. Pero el stock de pisos sin vender vuelve a ser un cuello de botella: mientras no se vaya esponjando el millón de viviendas que tienen las promotoras y las casas que compraron inversores y que ahora están sacando al mercado, seguirá habiendo sobreoferta.

Dado el descenso drástico de la obra nueva de mercado libre, la vivienda de protección oficial ha servido como colchón. La producción de pisos sociales también cayó en el tercer trimestre, cuando se levantaron 16.466 unidades, un 18,4% menos que en el mismo periodo del año anterior. Aun así, una de cada dos viviendas nuevas que arrancaron en ese periodo eran protegidas, lo cual también da fe del desplome que está sufriendo el mercado. Y la vivienda protegida debe seguir sosteniendo la construcción residencial, al menos a tenor de los planes sectoriales y de los que están desplegando varias comunidades autónomas. Ayer, sin ir más lejos, la Generalitat catalana se comprometió a iniciar 26.000 pisos sociales el año que viene, cuando en los últimos tres ha puesto en marcha las obras de 24.000.

Sin embargo, el éxito de la vivienda protegida dependerá de que las entidades financieras abran el grifo del crédito para los compradores. Ayer la comisión de seguimiento del Plan Estatal de Vivienda y Rehabilitación constató que el primer semestre del año fue "especialmente complicado" en la concesión de créditos para adquirir un piso protegido. Aun así, la mesa financiera del plan -en la que también están cajas y bancos- observó "una mejora paulatina desde verano".

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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