AL: sólo una crisis cíclica
Chile ingresará en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) a principios del próximo año. Con ello se premia la marcha económica a largo plazo del país más estable de la zona. Se da la circunstancia de que cuando entre en el club de los 30 países más ricos del mundo no se sabrá aún quién va a gobernar en Chile en los próximos cuatro años, pero si se confirman los pronósticos para la segunda vuelta de las elecciones la derecha recogería los frutos de muchos años de política económica de la Concertación. Ésa es la paradoja.
A partir de ese momento, América Latina (AL) tendrá dos representantes en la OCDE: Chile y México. Precisamente este último país proporciona el reverso de la buena noticia chilena: la semana pasada, la agencia Standard & Poor's rebajó la calificación del riesgo mexicano, siguiendo la secuencia que habían iniciado Fitch y Moody's, y lo hizo por considerar insuficiente la reforma fiscal aprobada por el Congreso del país.
Chile entra en la OCDE mientras que a México le rebajan la calificación de la deuda
De 2004 a 2008 América Latina ha tenido el mayor aumento de renta de los últimos 50 años
México ha sido el gran enfermo de la economía latinoamericana durante 2009, con una caída estimada de su PIB en el entorno del 7%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aunque se prevé que el ejercicio próximo vuelva a la senda del crecimiento con un porcentaje del 3,5%. Al hacer balance de lo sucedido en la zona en los últimos meses, y compararlo con la evolución de la crisis económica en el resto del planeta, AL sale bien librada: como ha analizado la propia OCDE (Perspectivas económicas 2010) "esta vez se espera que América Latina sufra sólo un decrecimiento cíclico, sin que se vea comprometido su reciente y significativo progreso en términos de desarrollo a largo plazo".
Según la CEPAL, la crisis ha truncado en AL seis años de crecimiento con mejora de los indicadores sociales, estima una caída en el PIB regional del 1,8% en 2009 y una recuperación para 2010 del 4,3%. Los datos del Latinobarómetro son muy parecidos: después de crecer de forma sostenida durante el periodo 2003-2008 a una tasa promedio anual del 4,8%, se cree que en 2009 el PIB de la zona se contraerá alrededor del 1,6%, mientras que el año próximo la recuperación de las economías de la región verificada en el segundo semestre de este año se mantendrá, con lo cual la tasa de crecimiento regional se situará en una cifra algo superior al 3,5%.
Los pronósticos de la OCDE son análogos: en los cinco años del periodo 2004-2008, AL registró los mayores índices de incremento de la renta per cápita de los últimos 50 años.
Desde entonces no ha escapado a la crisis económica mundial, pero la está soportando con una resistencia renovada: se está recuperando del choque más rápidamente que la mayoría de las naciones desarrolladas y lo está haciendo sin poner en peligro el progreso realizado en pro de la consecución de sus objetivos de desarrollo a largo plazo.
Durante el lustro de la bonanza, el crecimiento sostenido de la economía regional, la disminución del desempleo y el aumento de los ingresos no salariales (remesas y programas de transferencias condicionadas) permitieron una reducción en los niveles de pobreza; aunque el total de pobres y de indigentes sobre el total de la población se redujo un 9,9% y un 6,8% respectivamente entre 2002 y 2007, la incidencia de la pobreza alcanzaba este último año a un 34,1% de la población total, a la vez que el porcentaje de indigencia era del 12,6%.
La crisis ha conllevado un aumento de la economía sumergida, el debilitamiento del empleo con protección social y una contracción del trabajo a jornada completa. La pregunta es: ¿cómo transformar esta recuperación incipiente en un crecimiento sostenido más allá del año 2010?
Según palabras de Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de CEPAL, la región está sometida a cinco transiciones simultáneas: del mercado puro a una mezcla entre el mercado y el Estado en las políticas económicas; una nueva geopolítica del poder, con la presencia de los países emergentes (entre ellos, con especial pujanza, Brasil); de la exclusión social a un modelo de desarrollo inclusivo; una transición demográfica, en la que los ciudadanos de mayor edad van creciendo en porcentaje; y el paso de una economía del petróleo a una economía baja en carbono.
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