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La revuelta de los taxistas

Los viajeros de fin de semana se quedan sin taxi

La huelga de taxistas deja sin coches al aeropuerto y a las estaciones en las fechas previas a Navidad

Quienes llegaron a Madrid ayer por tren, autobús o avión no pudieron tomar un taxi. En el inicio del fin de semana, el previo a la Nochebuena, miles de viajeros se quedaron sin servicio en el aeropuerto de Barajas y las estaciones de tren y autobuses.

El mismo colapso, provocado por la aprobación de la ley Ómnibus, que los taxistas interpretan como una liberalización que les perjudica, se vivió al llegar los ciudadanos a las estaciones o a Barajas para salir de Madrid. Algunos conductores llegaron a bajar a los pasajeros de los vehículos. La policía había identificado anoche a un centenar de piquetes, entre los dos días, por causar altercados y daños en los coches, según informó la Delegación del Gobierno.

Los piquetes estuvieron toda la madrugada dando vueltas por la capital. Montados en una decena de taxis, dieron vueltas por el centro de la capital y obligaban a parar a los compañeros que iban con pasajeros. Empezaron por la Gran Vía y después siguieron por el paseo del Prado y Atocha. En este punto, algunos rodearon a un compañero e hicieron que el viajero abandonara el vehículo. Justo detrás llegaba una furgoneta de los antidisturbios. "Con tanta vigilancia, no vamos a poder hacer nada. Larguemonos de aquí a otro lugar", gritó José a sus compañeros.

El amanecer no fue mejor para los taxistas que no pararon. Momentos de gran tensión se vivieron en el aeropuerto de Barajas, donde aparcaron decenas de vehículos e impidieron cualquier actividad. En especial en las salidas, lo que provocaba un gran enfado entre los pasajeros de los vuelos internacionales. "Vienes cansado después de horas y encima te tienes que largar en metro. Esto es inaceptable en un país europeo", protestaba un pasajero con acento inglés. Algunos tuvieron dificultades, debido a sus equipajes voluminosos. Uno de ellos llevaba incluso un enorme violonchelo envuelto en plástico.Pero los mayores problemas se dieron en las llegadas. Ahí es donde los taxistas que no secundaron los paros llegaban con pasajeros. "¡Ruinas, que eres un ruinas! Con gentuza como tú, tus hijos se van a morir de hambre", le gritaban los piquetes a los conductores, tras rodearles el vehículo. En la T-4, los antidisturbios tuvieron que desplegarse toda la mañana para evitar altercados. Eso no evitó, sin embargo, que algún coche resultara con destrozos, en especial los espejos retrovisores.

En la T-1 (salidas internacionales), el taxista José Juan Marín sufrió la violencia de los piquetes. Un grupo de unas cinco personas le pararon, le rompieron los limpiaparabrisas y el retrovisor exterior izquierdo. Además, le patearon la puerta del conductor. "Le han sacado las maletas a la pasajera y me han amenazado. El peor ha sido uno que estaba como ido y no ha parado hasta que casi me destroza el coche", protestaba el afectado, que pensaba denunciar lo ocurrido. "Por supuesto, voy a seguir trabajando. No hay ningún paro convocado", añadió a renglón seguido.

Los piquetes se quejaron toda la mañana de la falta de solidaridad de sus compañeros. Exigían que pararan de trabajar como medida de presión ante la Ley Omnibus aprobada el jueves por el Gobierno y que, según ellos, liberaliza el sector. "Encima que llevamos a los diputados al Congreso, van y aprueban una ley que nos arruina a todos", se quejaba otro conductor.

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Los piquetes aplaudían a los compañeros que iban con pasajeros. "¡Sinvergüenza, encima no le pongas el pimiento [la luz verde] aquí, delante de nosotros!", le increpó un manifestante a un conductor que acababa de dejar a un viajero. Pero éste se paró y comenzó una discusión entre ambos.

-Vamos a ver, ¿hay alguna huelga convocada o lo habéis hecho entre cuatro?

-Por supuesto que hay huelga. Como no paremos ahora, nos van a dar por culo a todos.

Entonces, el increpado sacó un comunicado emitido por la emisora en el que se invitaba a "la calma" y a seguir trabajando "con normalidad" en las calles de Madrid después de una reunión con el Ministerio de Fomento. El rifirrafe continuó durante unos minutos hasta que llegó la Policía Municipal y obligó a quitar el taxi de la zona de salidas.

"Yo lo entiendo. Ahora que faltan 8.000 taxis se consiguen carreras tras carreras, y seguro que uno se saca más de 200 euros en un día, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana", se quejaba uno de los piquetes. Dentro de éstos, había algunos alborotadores que no paraban de llamar a realizar acciones para entorpecer la circulación. "Vamos a coger los coches y paralizamos la Castellana, para que se vea que estamos en huelga", arengaba uno a sus compañeros. El resto no le siguió. "Mira, ayer [por el jueves] ya me multó la Policía Municipal por ir despacio y entorpecer la circulación y paso de que pongan otra denuncia", le respondió un compañero. Su idea fue secundada por la mayoría.

Los problemas de tráfico se repitieron durante todo el día. Los vehículos de los piquetes no paraban de ir un lado a otro. Se avisaban por los teléfonos móviles o directamente surgían caravanas espontáneas. La Puerta del Sol, la plaza de Cibeles y la de Colón eran los lugares preferidos para montar bronca e intentar detener a otros vehículos.

Otro punto álgido fue, como la jornada anterior, la estación de Atocha. Decenas de coches se apostaron a la entrada e impedían cualquier movimiento. Los que se atrevían a llegar hasta el AVE se enfrentaban a sus compañeros, que no dejaban de insultarles. También les cayó algún objeto. Los que ya sabían a lo que se enfrentaban eran más pillos. Terminaban la carrera unos metros antes de llegar o rebasaban la entrada a la estación. De esta forma, evitaban problemas y que la policía tuviera que intervenir. Pero también hubo excepciones. Cuando llegaba un pasajero en silla de ruedas, los propios taxistas aceptaban que cogiera un taxi para llegar a su destino.

Los teléfonos de las emisoras del taxi sí daban servicio a primera hora de la mañana. En esos momentos no había problemas para conseguir un taxi. Eso sí, una de ellas advertía de que, si el viajero iba a Barajas, le dejarían antes de la terminal para evitar a los piquetes. La situación cambió a lo largo del día. A la una de la tarde, las emisoras ya no garantizaban el servicio. Las operadoras explicaban que el paro era indefinido y que los clientes sólo podían llamar en el momento que necesitaran un taxi. "Mire, es muy sencillo. Nosotros mandamos el aviso y si algún coche lo recibe y quiere hacerlo, se lo confirmamos en el momento", destacaban al otro lado del teléfono. En la región hay 16.000 licencias de taxi.

Uno de los focos con mayor presencia de coches fue durante todo el día la sede de la Asociación Gremial del Taxi (la mayoritaria del sector), en la calle de Santa Engracia. Los conductores increpaban a los representantes del sector de haberse vendido al Gobierno y de no haber logrado parar una ley que les perjudica. "Antes de la aprobación de la ley, una licencia costaba 180.000 euros o más. Ahora el que quiera la va a conseguir por cuatro duros. Los viejos se van a tener que jubilar antes de tiempo y los jóvenes nos iremos directamente al paro", se quejaba un chófer que lleva cinco años en el sector. "Mira, tengo que pagar 27 millones de pesetas [162.000 euros] en 10 años. Como esto salga adelante, me voy a arruinar", añadía otro.

Mientras, la capital sufría los problemas del taxi, ante la mirada de sufrimiento y de paciencia de miles de conductores. Ayer, precisamente, que había gran movimiento de vehículos por el inicio del fin de semana.

Una pasajera espera sentada sobre su maleta en la estación de Atocha, con una fila de taxis parados al fondo.
Una pasajera espera sentada sobre su maleta en la estación de Atocha, con una fila de taxis parados al fondo.ÁLVARO GARCÍA

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