2010, una odisea política
El ambiente navideño, con su rutina de buenas intenciones, no consigue imponerse en la política valenciana, aunque el consejero Font de Mora se empeñe en protagonizar el personaje de una especie de Santa Claus demente que, esta vez, se ha superado a sí mismo ejecutando payasadas de vergüenza ajena, como la de atribuir a los ordenadores de un plan que financia el Gobierno una capacidad de "miopización" de los niños valencianos ofensivamente pintoresca. Sobre los partidos políticos y sus dirigentes planea la sensación inquietante de que la dinámica institucional y el debate de sordos en las Cortes son la antesala de acontecimientos imprevisibles.
El portavoz parlamentario de los socialistas, Ángel Luna, lo expresó con crudeza al recomendar a Francisco Camps que se prepare para aguantar "lo que se le viene encima". Había reconocido el presidente del Consell, en la comida de Navidad de su grupo parlamentario, que 2009 ha sido "un año duro", para él y para el partido. Esta vez no involucró también al pueblo valenciano en una actitud victimista que se ha convertido en todo un tic político. ¿Quién se lo iba a decir hace un año? ¿Quién podía imaginar que Camps encararía el 2010 con el desprestigio y la sospecha que carga a las espaldas? La aprensión fundada ante el futuro que se palpa en las filas de su partido y el desconcierto que preside la gestión de su gobierno son palmarios.
En efecto, ha sido un año "horrible" para Camps. ¿Y para los ciudadanos? Desgraciadamente, el espectáculo de la corrupción que socava las instituciones (no hablemos, por caridad, y nada más que por eso, de alcaldes que han matado a otros, o de regidores detenidos) no es sólo una "pesadilla" para el presidente. Se trata de algo irreversible, de un hecho real, de una mancha en nuestra vida pública de la que, en otros tiempos, nos habíamos sentido indemnes. Y ninguno de sus responsables, propiciadores o protagonistas, con Camps a la cabeza, tiene derecho a esperar que la tormenta escampe sin que las responsabilidades se decanten. Lo contrario sería una catástrofe.
Anoche tenían cena los diputados y cargos socialistas. Más allá de las expectativas que los problemas del adversario suscitan, las perspectivas de la etapa que atraviesa la vida pública valenciana son convulsas, tanto que exigirán, probablemente, un liderazgo sobre sectores ciudadanos y de opinión que están todavía lejos de garantizar Jorge Alarte y los suyos. Es imposible prever cuándo se precipita una sociedad hacia una zona de la historia como la que atravesamos, pero el PSPV-PSOE no ha llegado al viaje bien equipado. En ese sentido, bracea en una corriente que a menudo lo supera. La oposición, e incluyo en el epígrafe al Bloc, a Iniciativa y a Esquerra Unida, también se la jugará en 2010. Que el talento les acompañe.
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