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Columna
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Colgajos navideños

Nadie tenía unos bolos como los suyos. Admirables. Algo así debió de proclamar Berlusconi días antes de que un tal Tartaglia le rompiera la cara. Tartaglia significa tartamudo, o sea, tartaja, aunque el hombre no parece que balbuciera cuando lo detuvieron y declaró: Yo no soy nadie. ¿Se habría contemplado en el espejo y le decepcionaron sus prendas para llegar a esa conclusión? Nadie contra el hiperboludo, Ulises contra Polifemo. Si al menos hubiera sido comunista nuestro Tartaglia, si hubiera esgrimido al menos la reproducción de un busto de Lenin para ciclopear al cavaliere... Pero, nada de nada. Lo golpeó con una reproducción en miniatura de la catedral de Milán. Un loco de Dios que no se encontraba los bolos, ¡qué lección para Berlusconi, que puede con todos! Mal está, por supuesto, y lo condeno sin paliativos, pero quizá a los italianos les convenga dejar de mirarse en el macho y darse un pequeño baño de humildad.

Y de Italia nos llega también otra noticia sabrosa. Aseguran allí que el último amor del presidente del Barcelona, Joan Laporta, es la presentadora italiana Simona Ventura, y la revista Novella 2000 titula: "Simona Ventura, el corazón habla español". ¡Vaya por Dios! ¿Será que Laporta habla español en la intimidad? El último prohombre del catalanismo, ese que denunciaba que están matando a Cataluña, ese mismo que saca pecho airoso promoviendo refrendos, ¿utilizará el español para ligar? Las mismas fuentes informan de que la tal Simona está estudiando castellano, que viene a ser un dialecto del catalán, pero que no es exactamente lo que se supone que debiera aprender la chica para conquistar a nuestro chico. ¡Y qué chico! De rey del fútbol a rey de la política, y de ahí, pasito a pasito, a rey de las revistas del corazón. Todo un héroe de nuestro tiempo. No sé cómo se dice Berlusconi en catalán, pero sí sé que pelotas se dice pilotes.

Y debe de ser en las pilotes donde se ponen los negros los preservativos, pues no puedo entender de otra manera la información que nos transmitía Juan Cruz hace unos días. En su columna Crispar, hablando de un programa televisivo, nos comentaba que se reprodujo en él un vídeo de la ultraderechista Intereconomía en el que se afirmaba que, "como son analfabetos, los negros son un peligro usando los preservativos". ¡Viva el Papa!, sí señor. ¡A quién se le ocurre regalar preservativos a los negros si los usan como calzoncillos y a la hora de la verdad se los quitan! Tal vez si los prospectos estuvieran en latín...Y es que la latinidad de eso sabe un huevo.

Debe de ser por eso, porque nosotros, ya saben, no somos latinos, por lo que este año no habrá colgajos luminosos navideños en mi ciudad, San Sebastián. Son como preservativos fosforito de la noche, y no los echo de menos. ¡Qué triste va la noche, y qué escondida, con esos renitos y esas hojas de acebo, tan melancólicos! Quién sabe, como al parecer no soy latino, tal vez vaya a resultar que soy negro.

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