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Análisis:ÁREA DE META | Mundial de Clubes, el título pendiente
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Porteros

Dicen las crónicas que no fue el de Mestalla el mejor partido de Iker Casillas. Y también dicen las mismas crónicas que no tuvo Iker a su mejores fans detrás de su portería y que tuvo sus más y sus menos con ellos, con sus no-fans. Bueno, sus no-fans del pasado sábado, que serán los mismos que rezarán a san Iker si las cosas se nos ponen difíciles por Suráfrica y el de Móstoles tiene que hacer un par de milagros para que España pase a la final.

Ya se sabe que la pasión es de todo menos racional y ésta se desbordó por unos segundos en Valencia. Y también sabemos que, una vez desbordada, ya no se puede volver a meter dentro de la botella que la contenía.

Ante la pregunta de qué campo me ha impresionado más en mi carrera, solía decir que la respuesta es cualquiera dos horas antes del encuentro. He pensado que aquellas gradas que ahora están vacías se van a poner a rebosar de público, que allí donde ahora hay asientos de plástico se va a instalar una voz, un alma que lo pondrá todo para que su equipo gane, me gane, nos gane. Me daba la sensación de que un campo vacío era una excelente radiografía de lo que luego iba a acontecer. Porque cuando uno sale a jugar ya está concentrado en el encuentro; ya sabe que la grada va a promover olas de pasión para empujar al equipo local en pos de la victoria; ya tiene asumido que, a partir del pitido inicial, el desenfreno se apodera del estadio y hay 90 minutos para surfear esa ola gigante. Y en esos momentos ya no oyes nada, no distingues las voces ni prestas atención a lo que está fuera de las líneas del campo. Tu vista, tu oído, todos los terminales nerviosos tienen un único destinatario: el balón. Y de esa forma, cuando acaba el encuentro, no recuerdas que te dijeran nada desde las gradas, no recuerdas otras cosas que el juego... Bueno, y de vez en cuando a algún exaltado-exagerado que te ha dado la matraca a lo largo del partido, porque los hay, también, que van al campo con la misión de dejar en la chepa del portero rival todas las frustraciones y los dolores que han ido recogiendo en la semana. Es por ello que la espalda del guardameta debería ser analizada como elemento básico en la salud pública. No pueden imaginar la cantidad de energía negativa que se quitan los cancerberos en la ducha junto con los restos de barro y linimento. ¿Podría ser considerada la espalda del cancerbero como un servicio más de la Seguridad Social puesto a disposición de tanto seguidor futbolero que sufre y padece la crisis durante la semana y que el sábado o el domingo se desahoga con ése que lleva el 1?

Si es así, aceptemos los gritos desmesurados, los gestos obscenos, las referencias a la familia, todo el completo surtido de improperios con los que se suele acudir al campo, bien surtido de ellos, como si se vendieran en el mismo puesto en el que compramos las pipas y las chuches.

Y a Iker le pillaron en ese tiempo muerto entre la llegada al campo, cuando el silencio rebosa el estadio, y la marabunta del encuentro. Y él les dijo que la terapia no empezaba hasta que el árbitro pitara el comienzo (sugerencia, Iker: hay que ser más abierto en estos temas de atención al público). Y a ellos, a los otros, a los no-fans, les pareció que en su carné de la Seguridad Social entraba el calentamiento. Por eso pido que se regule si este asunto es terapia y, si lo es, cuál es su horario. Que luego la gente se confunde y pasa lo que pasa.

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