La victoria como vicio
La plantilla azulgrana recupera el ánimo y la ambición tras un mal día por el agotador viaje
Aprieta el sol en Abu Dabi y a la expedición del Barcelona se le ilumina la cara después del desplazamiento agotador del día anterior, más que nada por la escala técnica de hora y media en Estambul, que alargó a ocho horas el viaje: desde las 12.00, momento de la partida, hasta las 20.00, cuando el avión de Turkish Airlines tomó tierra en la sede del Mundial de Clubes. Un día perdido con el traslado no es poca cosa cuando el calendario de la competición no da tregua y retumba el recuerdo de las dos finales perdidas en 1992, tras una mala aclimatación, y 2006, tras una estruendosa celebración porque se decidió festejar el título por anticipado.
La presencia sorprendente de la lluvia tampoco ayudó a levantar el ánimo el domingo. El cambio horario -en Abu Dabi son tres horas más que en España- dificultó el descanso y abundó la fatiga. El mal humor en el Barça desapareció ayer, nada más levantarse de la cama, ante la radiante mañana que se presentó con una temperatura cercana a los 25 grados. Una hora de entrenamiento en una instalación militar y los futbolistas se pusieron contentos. No hay nada más reparador para un jugador que la pelota, incluso cuando se ha viajado a cuerpo de rey por lo bien equipados que estaban los habitáculos del avión.
"Pretendemos cuadrar una temporada perfecta. Ya nos toca", afirma Puyol
Messi no se entrenó y Pedro se perfila como titular mañana frente al Atlante
"Aunque el trayecto fue difícil y complicado, tenemos tiempo de sobra para recuperarnos", sintetizó Chigrinski. "El cambio ha sido bueno porque el calor es agradable, perfecto", subrayó Puyol. "El cuerpo nota el cansancio, los cambios de temperatura, tanto trasiego..., pero, poco a poco, recobraremos la normalidad", añadió el capitán; "mañana ya estaremos mejor y llegaremos al partido contra el Atlante, mexicano, con plenas garantías. No nos afectará. Hay tiempo para la aclimatación". "El jet lag se nota a partir de las cuatro horas de diferencia y no es el caso", matizan los preparadores físicos, que ayer dispusieron una sesión de estiramientos y baja intensidad.
El equipo se ejercitó con un rondo y un poco de carrera con un par de cambios de ritmo y poco más. Hoy subirá el nivel tras una jornada de mucho masaje, comida y descanso. "Todo, bien. Es como si estuviera en mi tierra", afirmó el canario Pedro, que aspira a ser el primer jugador que marca en todos los torneos en disputa, opción más probable si es titular, sobre todo mañana, en detrimento de Messi, que ayer se quedó en el hotel para recuperarse de su tobillo dañado. A pesar de que no llega en su mejor momento físico por el cansancio por tanto partido, al plantel le anima la idea del éxito histórico.
Ningún equipo ha ganado los seis títulos oficiales de una temporada y al Barça solo le falta el Mundial de Clubes, curiosamente el que jamás ha conseguido. "No nos cansamos de vencer", anunció Chigrinski. "Ganar es como una droga, un dopaje benigno, un vicio", remachó el ucranio en un entendible español. "Queremos más", corroboró Puyol; "el equipo ya ha hecho historia, pero pretendemos cuadrar una temporada perfecta. Ya nos toca. No es una obsesión, sino una ilusión. Tenemos muchas ganas de alcanzar por fin el título de campeones del mundo".
A Pep Guardiola, de momento, se le han escuchado pocos comentarios, la mayoría elogiosos hacia el Atlante, el campeón de la Concacaf, conocido como Los Potros de Hierro. Ayer, sin embargo, se le escapó comentar que se encontraba como en casa. Al técnico azulgrana no se le ha olvidado el tiempo que jugó en Qatar. El escenario, la novedad del rival y la importancia del título son suficientemente importantes para combatir el estrés, la falta de frescura y finura. El reto bien vale un esfuerzo más y la máxima seriedad antes de saborear el inmediato parón navideño.
"A un partido, no hay rival menor", coinciden en el Barça, tan respetuoso con el Atlante como con el Estudiantes de la Plata, que hoy se mide al Pohang Steelers, surcoreano, en la primera semifinal. El campeón argentino, el equipo de Bilardo y Verón padre, ya ganó el título hace 40 años y es el favorito para alcanzar su cuarta final. Los aficionados suspiran por un partido decisivo entre el Estudiantes y el Barça.
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