Una máquina de disparar
En tres partidos Cristiano se convierte en el jugador que más remata y golea en Europa
Xabi Alonso es uno de los jugadores españoles con mejor golpeo de balón. Técnicamente es, lo que se dice, un especialista. Es el número dos en el escalafón de los lanzadores de faltas y córners en la plantilla del Madrid. Cuando el pasado verano se entrenó por primera vez junto al número uno, Cristiano Ronaldo, descubrió una técnica irreproducible. "Le pegaba con el empeine", recuerda Xabi; "sin que le costara mucho trabajo. ¡Tac! Es un golpe seco".
"Normalmente", explica Xabi", cuando no quieres que el balón se vaya alto no le pegas con el empeine. A veces él se perfila un poquito para darle con el interior. Pero normalmente le da con el empeine, de frente, incluso cuando tira los penaltis. Ni carga las piernas. A la primera oportunidad que le das, con medio metro: ¡tac!".
"Le pega con el empeine", dice Xabi; "sin trabajo, sin cargar. ¡Tac! Seco"
Remata una vez cada 11 minutos en Liga. En el Madrid le sigue Benzema, cada 21
En la relación del pie con el balón, unos centímetros suponen una diferencia incalculable. Lo más académico es usar el interior. Pero desde los orígenes modernos del juego aparecieron delanteros que emplearon el empeine y la puntera para conseguir una mayor potencia. Puskas, Nelinho, Hagi o Roberto Carlos, son algunos precedentes del uso creativo del pie. Di Stéfano lo dice a menudo: "¡Ya nadie usa el punterazo al primer palo! ¡Es un recurso extraordinario!".
Cristiano no usa la puntera tanto como el empeine. No emplea el recurso para rematar en el área sino desde distancias superiores a 20 metros. El esfuerzo posicional que requiere esta técnica para evitar que el balón se vaya alto está al alcance de unos pocos. A Ronaldo le ayuda la musculatura del torso. En Marsella convirtió el gol de falta desde 37 metros, conectando casi por completo con el empeine. La mayoría de sus compañeros no recordaban algo semejante.
"Me da buenos resultados y no voy a cambiarlo", dijo el delantero, cuando un periodista marsellés le preguntó por su técnica de golpeo. "Son cosas normales del fútbol", apuntó. Se hizo el modesto con la serenidad de quienes se saben muy fuertes. A Cristiano no le importa mucho que le llamen egoísta, individualista o insolidario. Observa los periódicos y repasa los informativos de las televisiones con una mezcla de curiosidad morbosa y desdén. Se siente respaldado por sus números. Y sus números hablan de una máquina de disparar única en Europa.
A pesar de haber jugado sólo la mitad de los partidos de la fase de grupos, debido a una lesión, Cristiano es el jugador de la Liga de Campeones que más goles ha hecho (6), el que más remata (un tiro cada 13 minutos), y uno de los cuatro que más participa en el juego de su equipo junto a Fábregas, Messi y Ronaldinho. La referencia de la participación en el juego colectivo revela que es un futbolista que pide el balón, que se ofrece, que ayuda a sus compañeros. La estadística de Cristiano no es compatible con los vicios del egoísmo.
"Con Cristiano nos sentimos poderosos", dijo el director deportivo del Madrid, Jorge Valdano, después del triunfo en Marsella (1-3), que selló la clasificación para octavos. El portugués tiene la capacidad de transformar a los equipos en los que juega y, con él, el Madrid se convierte en una batería. Sin Cristiano el equipo hace una media de 1,9 goles por partido. Con él, pasa de los tres goles por encuentro.
El "¡tac!", que dice Xabi, es como el gatillo de una ametralladora. La facilidad que tiene el delantero para armar la pierna se observa en la comparativa con sus colegas de ataque. En Liga, Cristiano remata una vez cada 11 minutos. Le sigue Benzema con un tiro cada 21 minutos, y Kaká con uno cada 27 minutos.
El Madrid, sin embargo, no gozará de la presencia de Cristiano, ni de Kaká, el sábado en Mestalla. El Comité de Competición, órgano dependiente de la federación, resolvió ayer castigar al luso con un partido de suspensión. Fue amonestado por el árbitro cuando agredió a Juanma Ortiz, jugador del Almería, propinándole una patada, el sábado pasado, durante el partido de Liga disputado en el Bernabéu. Respondió violentamente tras sufrir un manotazo en la nuca de Ortiz y vio la segunda amarilla. La primera fue por quitarse la camiseta al celebrar un gol.
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