Cuando el artista sale del cascarón
Getxoarte y su muestra de talentos emergentes supera la asistencia de 2008
Los pasillos de Gextoarte son un auténtico concentrado de las distintas actitudes escondidas detrás de la palabra artista. Hay desde quien no sabe qué responder cuando les preguntan cuánto valen sus cuadros -"nunca pensé que a alguien le interesaría"- hasta los que ponen una caja registradora sobre la mesa y se dedican a hace obras estilo fast art -"venimos con las ideas claras"-. La muestra, pensada para jóvenes que, después de varios años en la burbuja académica aprenden a confrontar su arte a la mirada ajena, cerró ayer sus puertas con un balance provisional positivo, superando los 8.500 visitantes del pasado año.
El certamen, ya consolidado después de su novena edición, y ubicado durante tres días en una carpa cerca de la estación de metro de Las Arenas, actúa a modo de laboratorio. "Los seleccionados tienen que interactuar con el público, tienen que tomar decisiones: qué dejan fuera, qué exponen, cómo presentarlo. Intentamos fomentar que experimenten", recalca uno de los miembros del jurado que seleccionó a las jóvenes promesas, el artista Natxo Rodríguez. "No intentamos dar con ninguna tendencia en la selección, más bien queremos mostrar lo diverso que es el panorama actual", precisa el también profesor de pintura en la Facultad de Bellas Artes de la UPV.
"Muchos vienen protegidos de la facultad; aquí toman contacto con la calle"
Satisfecha por la acogida de este año, la comisaria de la exposición, Alicia Fernández, directora de la sala Rekalde de Bilbao, destaca también que el público no especializado se acerca cada vez más a Getxoarte. Una de las cosas que aprecia del certamen, explica, es el contacto con la frescura y atrevimiento de quien aún se busca a sí mismo, dos cualidades que el roce con la realidad del mercado y las modas tal vez irá erosionando. "Muchos vienen de la facultad [de Bellas Artes], donde están protegidos y acostumbrados al debate estético. Aquí tienen una primera toma de contacto con la calle", resalta. ¿Cuántos podrán dedicarse a esto? "Es difícil", responde, "pero los que tienen duende y sigan creyendo en ellos mismos saldrán adelante".
Alain Theröck (Uztegi, 1988) por ejemplo, reconoce que vivir sólo de exponer será complicado, pero cree que la clave para encontrar tareas compatibles con sus inquietudes pasa por ser multidisciplinar y responder a cualquier encargo que suponga un desafío creativo. "No vine aquí con la idea de vender. Estoy porque me gusta el contacto con la gente", afirma.
Algo parecido le ocurre a Nagore Amenabarro, amezketarra de 23 años: "La parte esa de la jungla del mercado, de tener que mostrar que eres más que los demás es la que menos me gusta". Del encuentro con el público resalta sobre todo cómo preguntan cosas que a menudo ni ella misma sabe explicar. Frente a su caseta, el dúo Aratz vs. Airun se dedican a hacer retratos en menos de diez minutos. "Sí, nos picamos a ver quién es el más rápido, el que vende más. Lo que queremos es que cualquiera pueda llevarse a casa una obra de arte", explican.
Los organizadores resaltan que muchos artistas vuelven al año siguiente utilizando otros soportes. La diversidad de herramientas disponibles hoy en día gracias a las nuevas tecnologías hacen que esta generación salte del vídeo a la pintura en un parpadeo. Todo vale con tal de romper el cascarón.
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