Los pantanos
El reconocimiento realizado por Marcelino Iglesias en su reciente visita al santuario de Guayente, en la Alta Ribagorza, de que la prevista construcción de un pantano ha hipotecado la mejora de la N-260 en el Eje del Ésera durante varias décadas, supone un reconocimiento explícito de que el Plan Hidrológico Nacional contempla nuevos represamientos en este río además del desechado de Santaliestra.
Este pantano, que ha sido el único proyecto de embalsar agua del que ha tenido constancia la opinión pública, afectaba al recorrido de la carretera A-139 entre Santaliestra y Campo. Pero esta vía autonómica no tiene nada que ver con la N-260, la carretera nacional para cuyos tramos ribagorzanos vienen reclamando insistentemente una actuación los usuarios de esta comarca desde hace demasiados años.
Este último trazado se sitúa varios kilómetros al norte de la zona que hubieran anegado las aguas represadas en Santaliestra, pantano que -cabe recordar- fue desechado hace ya varios años sin que, por cierto, su desestimación haya supuesto el inicio de la mejora de las carreteras en el valle del Ésera.
El estado actual de la carretera a nadie se le escapa que, además, supone un injusto lastre para el desarrollo económico y social de uno de los territorios más dinámicos de Aragón, y que esa injusticia es todavía más patente al constatar la mejora de las carreteras del resto de los valles pirenaicos que se ha venido realizando en los últimos años.
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