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Reportaje:

Puerta y el ejemplo de De la Red

Un especialista conocedor de la autopsia dice que el sevillista debió parar tras los primeros desmayos

Eleonora Giovio

El 25 de agosto de 2007, Antonio Puerta se desvaneció en pleno partido contra el Getafe. Al cabo de unos minutos, tras recobrar la consciencia, abandonó por su propio pie el césped. Mientras tanto, le dijo a uno de los médicos que le acompañaba: "Otra vez los putos mareos". No era la primera vez que el futbolista del Sevilla se desmayaba. Le había pasado ya en un par de ocasiones. Se achacaron a los golpes de calor y al esfuerzo. Puerta murió cuatro días más tarde tras nueve paradas cardiorrespiratorias. Fue un caso más de muerte súbita, como los del camerunés Foé y el húngaro Feher.

Más de dos años después, se sabe que Puerta murió por una cardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho, una de las principales causas de muerte súbita en personas menores de 35 años junto a la hipertrofia. Así lo ha confirmado el doctor Gaetano Thiene, cardiólogo, anatomo-patólogo y profesor de Patología Cardiovascular de la Universidad italiana de Padua, que en 2008 se desplazó a Sevilla a petición de la familia del jugador para averiguar qué había pasado. Thiene tuvo acceso al informe de la autopsia. Las fotos de su corazón las mostró hace pocos días en Madrid en un simposio sobre medicina cardiovascular: "Hablan por sí solas. Puerta murió por una cardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho". A esta enfermedad se le llama también displasia porque una parte del músculo cardiaco queda recubierta de una capa de grasa, sufre fibrosis y es incapaz de transmitir los impulsos eléctricos que lo obligan a contraerse. Es como si sufriera un cortocircuito. Hay personas que nacen con esa predisposición, pero, si no someten al corazón a las aceleraciones que provoca el ejercicio físico intenso, puede que no se manifieste la enfermedad.

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A Puerta sí se le manifestó. El esfuerzo hizo disparar la arritmia. "Los síncopes que sufrió con antelación eran una señal lo suficientemente grave para que se le hicieran más pruebas", afirma Thiene, que en Padua ha hecho un estudio genético a todos los familiares de Puerta menos a su hijo. "Con un electrocardiograma se habría podido detectar esa anomalía o tener un punto de partida para buscar más", añade.

Es lo que le pasó a De la Red. Los médicos le pararon. "Es una alarma tan seria que estás obligado a hacer todas las pruebas posibles porque no es normal que un jugador se desmaye haciendo un esfuerzo", advierte Luis Serratosa, médico del Madrid.

En el 50% de los casos, las cardiopatías arritmogénicas son genéticas y en el otro 50% pueden ser generadas por infecciones, según Thiene. "De ahí, que le haya hecho la prueba a toda la familia de Puerta para averiguar si se trata de un caso genético y, si se da el caso, si son portadores o no de la enfermedad", concluye.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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