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Un puente para protestar

El Centro de Estudios analiza las manifestaciones de los astilleros gaditanos

Hay una frase que parece resumir las últimas dos décadas de protestas navales en la bahía de Cádiz. "Aquí no hay nada que hacer. Al puente, ¡vámonos que nos vamos!". Estas palabras se le atribuyen a un carpintero de 61 años miembro del comité de empresa del astillero de Puerto Real. La conciencia de los trabajadores de que sus movilizaciones en la calle eran la última oportunidad para mantener viva una forma de estar en el mundo. Es una de las principales conclusiones extraídas del libro El pueblo en la calle, una historia sobre la reconversión naval y las protestas populares en los municipios gaditanos que ha encargado el Centro de Estudios Andaluces. "La cultura laboral ha cambiado en Cádiz por estas manifestaciones", sentencia uno de los autores, Beltrán Roca.

'El pueblo en la calle' estudia la reconversión y la lucha sindical

El análisis, escrito por David Florido, José Luis Gutiérrez Molina y Roca, describe las diferentes etapas vividas por las factorías navales gaditanas. Se centra en el anuncio de reconversión y desmantelamiento de los ochenta, que provocó las movilizaciones más sonadas de la bahía. Muchas tuvieron como escenario el puente José León de Carranza, una de las dos vías de acceso a la ciudad de Cádiz. Allí se vivieron las batallas más intensas entre los tornillos que lanzaban los trabajadores y las pelotas de goma que tiraba la Policía.

Los autores destacan el impacto que tuvo, y que aún tiene en la bahía, esa crisis del sector. En el plano económico, la caída de la actividad naval provocó "un cambio organizativo del sector industrial y la llegada de nuevos modelos de producción, lo que provocó el crecimiento del sector terciario y la pérdida de una parte de la economía que había sido tradicional desde entonces", señala Roca.

Desde el punto de vista social, las movilizaciones lograron la unidad de la mayor parte de los habitantes de la comarca, con actos mantenidos en el tiempo, que provocaron "un cambio de pensamiento laboral". Roca dice que se sentaron las bases de la actual capacidad industrial de la zona. El fenómeno, que se vio alimentado por circunstancias externas como el desarrollo de la aún reciente democracia o la entrada de España en la Unión Europea, merece un estudio antropológico que explica, según Roca, el modelo de sociedad existente hoy en Cádiz.

El libro señala claramente que no se trata de un proceso agotado. Ahora los trabajadores de los astilleros también han avisado de la inminente pérdida de puestos de trabajo por la falta de nuevos contratos. Según sus cálculos, se pueden perder entre 1.500 y 2.000 empleos en las tres factorías gaditanas.

El estudio incluye algunas fotografías y recortes de prensa de las movilizaciones más violentas y multitudinarias. Barricadas, cortes de puente, encierros, huelgas y asambleas populares forman parte del repertorio de protestas que estos trabajadores protagonizaron. "Fue una acción social que expresaba la capacidad del movimiento sindical para dar el salto a la sociedad local y que está hiciese suyo el conflicto en un proceso que, desde luego, ni fue homogéneo ni estuvo exento de fisuras", recoge el texto.

El libro concluye con una reflexión sobre la importancia de esos ochenta y la importancia que tuvieron aquellas manifestaciones en el puente: "La reconversión marcó el fin de una época y el principio de otra pero (...) sin el conocimiento de ese período de la historia reciente no es posible comprender el porqué y el cómo de problemas importantes de la bahía de Cádiz como el desempleo, las deslocalizaciones o la precariedad laboral. La historia y el futuro de Cádiz aún sigue ligadas al astillero".

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