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Reportaje:12ª jornada de Liga: el gran clásico

Dos equipos irreconocibles

El Barça sufrió para desplegar su juego armónico y de salón, mientras que el Madrid careció de su pegada habitual

Jordi Quixano

Desacreditadas las teorías fundamentadas, como que el Madrid tiene una pegada terrible y que el Barça juega de rechupete, el clásico mostró a dos equipos extraños e irreconocibles durante buena fase del encuentro.

Pareció jugar con urgencias el Barça, que presionó arriba pero no mezcló en la zona de tres cuartos, quizá porque se empeñó en jugar por el centro y no utilizó las bandas más que para las subidas de Alves. El Madrid, acorde con sus armas, se cerró bien, pero no sacó petróleo del contragolpe, como acostumbra. Sin líneas de pase, tampoco supo derribar al Barça cuando estuvo en superioridad numérica. Así que Alves, con sus arrancadas, definió el partido.

- Valdés. Actuó como libre del equipo, atento a las espaldas de los defensas y los balones en zona de nadie. Jugó más con los pies que con las manos. Incluso salvó al Barça con su bota derecha, escupiendo un disparo a bocajarro de Ronaldo. No falló en los momentos clave, aunque tampoco se sintió muy exigido.

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- Casillas. Seguro. No le temblaron las manos en las pocas ocasiones que le requirió el Barça. También estuvo acertado al no jugar bajo el larguero, pendiente de esas pelotas que se quedaban entre la zaga y el área chica. Nada pudo hacer en el gol, vendido ante Ibrahimovic. Aguantó a su equipo en un uno contra uno de Messi, que no supo definir.

- Alves. Decisivo. Quiso aclarar el duelo en el primer minuto. Demasiado acelerado de inicio, falló cuando pisó la línea de fondo y trató de poner balones al área. Grandes carreras; centros desviados. Pero en el segundo acto, más templado, ajustó su pie.

Sus galopadas por el costado fueron un punzón para el Madrid, más pendiente de desdibujar a Messi que de los sprints del lateral. En una de ésas, atendió al desmarque de Ibra, que no falló a su cita con el gol.

- Pepe. Casi perfecto. El central estuvo tan bien en la corrección como acertado a la hora de lanzar la trampa del fuera de juego. Rápido, atento al corte y sin apenas fallos de marcaje (Henry no le sacó los colores). Pero tanto él como Albiol se mostraron apurados a la hora de sacar la pelota jugada, abrumados por la presión avanzada del Barça. No supieron conectar con las líneas sucesivas. Pepe se despistó un segundo cuando Ibrahimovic le tomó la espalda y remató el centro de Alves. Acabó en gol.

- Piqué-Puyol. Al revés que en otras ocasiones, Piqué jugó de central izquierdo. El retoque táctico debilitó al Barça en su mejor argumento; perdió salida de la pelota, requisito imprescindible para Guardiola. Más que nada, porque el Barça careció del desplazamiento largo, el cambio de orientación para abrir al rival. La argucia de la pizarra, sin embargo, sirvió para que Puyol, más rápido, tapara el hueco que dejaba Alves en sus constantes carreras de 100 metros. Piqué anuló a Ronaldo y Puyol, sensacional por dos veces, se tiró al suelo para evitar dos goles cantados: un remate de Marcelo; otro disparo de Higuaín.

- Xabi Alonso. Termómetro. Cuando toca la pelota el Madrid se ordena. Pero no tocó muchas bolas, precavido su equipo al lanzar los balones a las carreras de los puntas. Y, al contrario que cuando juega con la selección, no puede desatarse porque si pierde la posición o tiene un ligero despiste, el equipo se rompe en dos. Pudo hacerle mucho daño a Busquets en un pisotón sobre el tobillo. El Madrid necesita de su criterio para jugar, pero el equipo estaba demasiado extendido.

- Busquets. Capaz de lo mejor y de lo peor. Con el balón en los pies, dio un auténtico recital. Su cerebro procesa las jugadas y los movimientos de sus compañeros más rápido que nadie. Pases a uno o dos toques perfectos. No se amedrentó ante nadie y además de romper cinturas, rascó cuando fue necesario. Pero se excedió. Vio una tarjeta amarilla por una entrada y la segunda cartulina por una mano ingenua, demasiado impulsiva. Su primera expulsión como futbolista del Barça que casi le cuesta un disgusto de los grandes.

- Lass. Sensacional en la recuperación. Omnipresente en el campo, en la acción de rebañar balones. Pero nulo a la hora de repartir el juego. Una rémora para el Madrid, que quedó retratado a la hora de hacer una transición manufacturada entre la fase defensiva y la ofensiva. Vio una cartulina amarilla por cerrar a Messi. Repitió con Xavi, se fue a la caseta antes de tiempo y acabó por destemplar al Madrid.

- Xavi e Iniesta. El volante azulgrana no tuvo la misma incidencia y hegemonía sobre el juego como habitúa. Le faltaron los espacios y las líneas de pase. No supo combinar con la línea de delante. A Iniesta le ocurrió algo similar; le faltó la pelota. Se movió de lado a lado del campo en busca del cuero, ansioso por combinar, por crear juego. Bajó demasiado a buscar la pelota, irritado por tanto movimiento y tan poco juego. Acertó muy pocas veces en el regate y tampoco estuvo fino en un remate que conectó con la zurda, a las manos de Casillas. Se entonó al final, cuando el encuentro requería guardar el balón y no incidir en la zaga adversaria.

- Marcelo. Cómodo en el papel de interior, que le despoja de los marcajes al hombre y de las tareas defensivas, que tanto se le resisten. Excelente, sin embargo, en las ayudas con Arbeloa para tapar a Messi. Siempre provocó el dos contra uno. Aunque careció de regate, consistencia y protagonismo en el partido, también estuvo presente en el área rival. Pero a la hora de definir se mostró demasiado lento.

- Henry. Actuó de delantero centro, como se ha hartado de reclamar desde que llegó al Barça. Pero no participó apenas en el juego colectivo del equipo -bien porque no atendieron a sus desmarques; bien porque tampoco supo originarse sus huecos-, tampoco exigió desplazamientos laterales a los centrales y menos le ganó en las carreras a Pepe. Más pendiente de su representación del partido, cayó en la primera parte tres veces en el fuera de juego y no inquietó en ninguna ocasión a Casillas.

- Kaká. Su voluntad de ser actor principal pronto quedó reducida. El equipo apenas le surtió de balones y cuando lo tuvo entre los pies, fue incapaz de leer los desmarques de Ronaldo o Higuaín. Su mejor virtud, la conducción, que generó la ocasión del partido, que malogró Ronaldo en un cara a cara con Valdés.

- Messi. Dos caras. En el primer acto, apenas se le vio, como demandaba el guión de los grandes partidos. Trató de buscar la pelota atrás, actuando de enlace o falso delantero. Pero tampoco mezcló con sus compañeros. No fue capaz de crear juego y menos de decidir. Pero cuando el Barça se quedó con diez, mostró su versión original. Abierto al costado, recibió el balón y encaró sin distinción a los defensas que le salían al paso. Se marcó dos o tres jugadas de sombrero con sus ya característicos eslálones. Apareció, al fin y al cabo, cuando se le necesitó.

- Higuaín. No se sabe si pasó por el Camp Nou. A excepción de una jugada en la que Puyol le birló la pelota en última instancia, su actuación fue testimonial. No recibió balones y tampoco se generó espacios.

Messi, en el suelo, agarrado por Xabi Alonso tras una entrada del centrocampista madridista.
Messi, en el suelo, agarrado por Xabi Alonso tras una entrada del centrocampista madridista.VICENS GIMÉNEZ

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