"Felipe Calderón ha agotado prematuramente su presidencia"
Jorge Castañeda y Rubén Aguilar creen que el presidente mexicano lanzó la guerra contra el narcotráfico a partir de varias premisas falsas
Sólo unos días después de asumir la presidencia de México, Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico. La explicación oficial fue que el crimen había socavado los cimientos del Estado hasta llegar a sustituirlo, que por primera vez Estados Unidos estaba dispuesto a ayudar, que el consumo y el crimen se habían disparado... Rubén Aguilar y Jorge Castañeda, altos cargos durante el Gobierno del presidente Vicente Fox, recibieron esas explicaciones con perplejidad. Se pusieron a investigar y el resultado es un libro, El narco: la guerra fallida (Punto de Lectura), donde ofrecen respuestas sorprendentes que no dejan en muy buen lugar al presidente Calderón.
EL PAÍS. Ustedes sostienen que Felipe Calderón parte de "premisas endebles" cuando, en diciembre de 2006, declara la guerra al narcotráfico.
"Es necesario un debate nacional", dice el ex canciller Jorge Castañeda
Aguilar, ex portavoz gubernamental, cree que el presidente intenta legitimarse
EE UU no ha hecho nada para reducir la demanda de droga, según Castañeda
Ni Fox ni Calderón se han atrevido a hacer frente a los poderes fácticos
Jorge Castañeda. (Ex ministro de Exteriores). Y la mejor prueba de ello es que durante su campaña para la candidatura del PAN (Partido Acción Nacional) y luego para la presidencia de la República jamás mencionó el tema del narcotráfico, la guerra ni nada, y ahora se ha vuelto el centro de la primera mitad de su sexenio. Esto es algo tan importante tan serio, tan costoso para el país que no se puede seguir en esta guerra sin llevar a cabo un debate nacional que desemboque o en la confirmación del rumbo o en el cambio de rumbo, pero ya con conciencia de la sociedad, y no por algo impuesto por una ocurrencia política de Calderón. Y bueno, nos pusimos a escribir y empezamos a investigar. Y llegamos a la conclusión de que la mayor parte de las premisas o de la sabiduría convencional sobre el narco en México no se sostiene, de acuerdo con las fuentes del propio gobierno. Vamos enumerando una tras otra...
Rubén Aguilar. (Ex portavoz del Gobierno). Aquella declaración de guerra contra el narcotráfico tan temprana nos hizo sospechar. Nosotros conocíamos las encuestas nacionales de adicción pasadas y no se veía que hubiese un problema. En 2008, el Gobierno hace una encuesta que indica que el 0,4% de la población es adicta. O sea, sólo 450.000 mexicanos. El aumento del consumo de 2002 a 2008 es apenas del punto siete, en razón de los baremos de la OMS. Por lo tanto, no había un problema de consumo. Tampoco había un problema de violencia. Probablemente, como han demostrado varias investigaciones, en el momento en que se lanza la guerra contra el narco es de los momentos históricos con un nivel más bajo de violencia. Cuando el presidente Calderón inicia la guerra, llevábamos 15 años bajando
J. C. Además, el Gobierno alega otras dos tesis para empezar la guerra que tienen que ver con EE UU y que nosotros demostramos que son falsas. La primera es que por primera vez los norteamericanos asumen la responsabilidad compartida, están dispuestos a hacer algo. Nosotros demostramos por comunicados conjuntos de los distintos presidentes o cancilleres que esto no es nuevo. Desde hace 30 años, los Gobiernos de EE UU dicen sí, sí, sí, es culpa nuestra, somos una bola de mariguanos. Pero, en segundo lugar, en los últimos 40 años, desde que la droga empieza a ser parte de la vida digamos no marginal en los EE UU y también de Europa, EE UU no ha hecho nada para reducir la demanda. No han querido hacerlo y la demanda allí ha permanecido estable a lo largo de 40 años. Otra de las tesis falsas para empezar la guerra es que la violencia en México viene porque los americanos venden armas. Es verdad que EE UU vende armas y que los narcos tienen armas. Pero la relación causal es mucho más compleja. Porque si tener una frontera con EE UU fuera la razón por la que hay violencia en México, entonces no habría ni armas ni violencia en Río de Janeiro, en Sierra Leona, en Liberia, en Colombia, en Angola.., y obviamente no es cierto. Hay un mercado mundial de armas y el que las necesita, las compra. Y pensar que nos conviene a nosotros en México vigilar la frontera de norte a sur para que no pasen armas es matar la gallina de los huevos de oro del turismo y del comercio sin que por ello vaya a haber menos armas en México.
R. A. Y hay una quinta razón entre las que da el presidente con una enorme fuerza para empezar su guerra: la razón de Estado. El narco, alega él, ha penetrado en las estructuras del Estado. Y nosotros demostramos en el libro con mucha claridad que si bien es cierto -México no es ni Noruega ni Dinamarca, es México, está en América Latina...- es muchísimo menor que lo que ocurría años atrás, donde un gobernador del PRI [Partido Revolucionario Institucional] en el Estado de Quintana Roo era el organizador del narcotráfico, o el presidente De Lamadrid tiene que cerrar la seguridad federal porque está penetrada...
J. C.Incluso el ex procurador Medina Mora es contradictorio al decir que el Estado está perdiendo ciertas facultades y al mismo tiempo rechazar la tesis del Estado fallido. O una cosa o la otra. En realidad nosotros estamos de acuerdo con Calderón y con Medina Mora en que el Estado mexicano no es un Estado fallido.
EL PAÍS. Entonces, si esas premisas son falsas o endebles, ¿por qué Calderón se mete en un problema de esas dimensiones?
R. A. Nosotros pensamos que lo que intentó Calderón fue legitimarse. Ante las acusaciones de fraude electoral que rodearon su elección, él decide que requiere un acto fundacional de su Gobierno que lo legitime. Por otro lado, todos los presidentes de México en los últimos seis sexenios una vez que asumen el poder hacen un acto fundacional en su gobierno. Fox intentó la paz en Chiapas. Zedillo encarceló a Raúl Salinas...
J. C. Es un hecho que Calderón no tiene una salida fácil. Nos imaginamos que cuando se metió con la idea de legitimarse de ese modo pensó que iba a ser muy fácil entrar y salir. Rápido, fácil, barato, breve. Pero no.
EL PAÍS. Y la presencia del Ejército en las calles ya se está convirtiendo en un problema añadido...
R. A. Y en un problema gravísimo. Estamos arriesgando al Ejército en el desgaste de la calle. Es un costo muy grande para el país, muy grande. Ha costado muchísimos años recuperar esa buena imagen del Ejército después del trauma del 68 y las posibilidades de desgaste son enormes.
EL PAÍS.¿Todo esto convierte a Calderón en un presidente fallido, en un presidente débil...?
J. C. Yo creo que Calderón ha agotado prematuramente su presidencia. Es decir, el ánimo que siente uno en el país hoy es el ánimo que se suele sentir en el último año. O en los últimos seis meses de un presidente ya cansado, irritable. Circula una multitud de versiones sobre sus exabruptos con sus colaboradores. No todas serán ciertas, pero algunas sí. No hay día que no tenga que dar una explicación de por qué México es el único país del mundo que más ha padecido la crisis, cuya economía se va a contraer más. Las explicaciones son erráticas. Un día dice que es por EE UU. ¿Y por qué Canadá creció un 1%? Otro culpa al turismo. ¿Y por qué República Dominicana creció un 3%...? Este es el panorama: un presidente irritable, sin agenda, sin programa, rodeado de secretarios debilitados, con un Congreso que no le hace ya el menor caso...
EL PAÍS. Llama la atención la estrategia de Calderón de erigirse en el primer y único bastión contra el crimen organizado...
J. C. Sí, dice eso, pero lo más curioso es que los principales personajes de la seguridad pública de este Gobierno son los mismos que los del Gobierno pasado. Entonces, resulta difícil entender cómo en el régimen pasado estos mismos individuos eran unos ineptos o unos cómplices y ahora son superman o héroes nacionales... Calderón tuvo un momento de oportunidad, haber convertido su debilidad en su fuerza. Pudo haberle dicho a los poderes fácticos de este país: no podemos seguir con la concentración del poder en México, los monopolios públicos, los privados, los económicos, los comerciales, los financieros, los mediáticos, los políticos, los sindicales... Fox lo dejó seguir seis años, fue un error, Zedillo también, fue un error, yo no lo voy a hacer porque si lo dejamos a la próxima nos cepillan a todos. Y hubiera podido dar ese golpe. Y decidió conscientemente no hacerlo. Por miedo.
EL PAÍS. ¿Por miedo?
J. C. Siento que hay un problema que es semejante al de Fox, que es que enfrentar a los poderes fácticos y enfrentar al PRI, porque al final del día este es el viejo régimen priísta -los sindicatos, las paraestatales, el propio PRI como partido-, eso resulta como algo demasiado aterrador, tanto para Fox como para Calderón.
EL PAÍS. ¿Por qué?
J. C. Porque ambos pensaron que el enfrentamiento con el PRI efectivamente enajena al sector privado, a los poderes fácticos. Tienen miedo a una crisis económica, a una salida de capital, a una devaluación de la moneda, a un repunte inflacionario, a una subida de las tasas de interés... Tanto Fox como Calderón decidieron dejar en paz a los poderes fácticos, dejar en paz al PRI salvo en la retórica.
EL PAÍS. Y es ahí donde empieza la comparación con Brasil que tanto molesta en el entorno del presidente Calderón.
R.A. Exactamente. Necesitamos un presidente que pelee, que pelee la agenda...
J. C. Y la gran pregunta entonces es: ¿por qué no quiere pelear? En Brasil, Lula sí pelea, tú lo ves que pelea las cosas, y gana algunas batallas, pero ha perdido muchas -incluido Honduras-. No es que gane todas, pero va a todas, gana unas y pierde otras.
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