Autocrítica de la buena
Norah Jones coligió que sus tres álbumes anteriores se asemejaban demasiado y había llegado el momento de dar un vuelco. En realidad, Not too late (2007) ya insinuaba un cambio de aires, pero es ahora cuando completa una radical mudanza de piel. Jones aprovecha la ruptura con su novio, bajista, compositor y productor, Lee Alexander, para reinventarse como mujer autosuficiente, desacomplejada y temible en sus andanadas contra el género masculino: en Man of the hour avisa de que, puestos a escoger compañía, ella se queda con su perro. The fall no es pop taciturno, sino una exhibición de desparpajo por parte de quien no hace mucho parecía utilizar el piano como parapeto. Acompañarán los Grammys o no, pero no se le podrá negar que ha afrontado con agallas la crisis de los 30.
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