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Reportaje:

Pequeños grandes bronces

El Palacio Real muestra lo mejor de su colección de escultura ornamental con obras de Tacca, Leoni y Foggini

El Palacio Real de Madrid expone hasta el mes de enero Brillos en bronce. Colecciones de reyes. Se trata de 130 esculturas bruñidas y de pequeño formato, con motivos mitológicos, alegóricos, además de bustos y retratos ecuestres de igual escala, expresión de la magnificencia que atesoran las colecciones reales españolas de este sorprendente género artístico.

Los repertorios de pequeños -aunque bellísimos- bronces surgieron de los talleres de los más excelsos escultores europeos durante una etapa que abarca desde el Quattrocento hasta principios del siglo XIX. Estos ajuares fueron acopiados en la corte de Madrid, pero también en las de París, Londres y Viena, así como en la granducal de Florencia, de donde irradiara este género de arte en torno al año 1433 gracias al escultor Antonio Avertino, amante de la poética que envolvía a las ruinas romanas dispersas por Italia.

Este artista decidió esculpir en miniatura la única estatua en bronce rescatada de la antigüedad, la del rey Marco Aurelio. Tan excelsa obra la regaló a su mecenas Pedro de Médicis en 1465. Aquel presente inauguró un género que, en principio, en piezas entonces únicas, iría a parar a los gabinetes de los monarcas y aristócratas italianos, a sus llamados studiolos, que integraban las bibliotecas y las colecciones de objetos suntuarios de los signores para su propia delectación. Pero, con el discurrir del tiempo, otras poderosas familias como los Gonzaga, Este, o Sforza instarían a sus escultores a reproducirlas en varias copias que fueron distribuyendo por las principales cortes de Europa, señaladamente la española.

Según explica la comisaria de la exposición, María Jesús Herrero, conservadora de escultura de Patrimonio Nacional, los pequeños bronces tenían la ventaja de su ligereza y economía, amén de su facultad de absorber la más menuda labra del cincel gracias a la técnica del vaciado a la cera aplicada a modelos de tan manejable tamaño. Este formato otorga la máxima distinción estética, habida cuenta de la singularidad que una estatuilla de tanta finura confiere a cualquier rincón donde se instala. Igualmente, permitía evocar los modelos a gran escala que representaban.

Por ello, escultores como el belga establecido en Florencia Gianbologna -presente en Madrid gracias a su escultura de Felipe III en la plaza Mayor-, verdadero astro de este arte, o sus continuadores Pedro Tacca, Giovanni Bandini, Giovan Battista Foggini y otros, como los excepcionales Leone y Pompeo Leoni, cuyas piezas aquí se exponen, se incorporaron a este género. De su esplendor da cuenta esta exposición, ideada por Patrimonio Nacional con el apoyo de la Fundación del Banco Santander. Su comisariado corresponde también a la especialista Rosario Coppel. La muestra fue inaugurada por la infanta Elena. En un recorrido por sus salas, el visitante puede evocar cuánta belleza procuran estos bronces aderezados, además, con dibujos como los que trazara el portugués Francisco de Holanda, amigo de Miguel Ángel, verdadero catálogo de las antigüedades clásicas aún vivas en la Italia renacentista y que inspiraron este pequeño gran arte.

Entrada gratuita. Palacio Real. Calle de Bailén, s/n. Hasta el mes de enero.

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Brillos en bronce. Colecciones de reyes. De 9.30 a 17.00. Domingos y festivos, de 9.00 a 14.00. Sala de exposiciones temporales.

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