_
_
_
_

"Tan buenos como el Donostiarra"

El Orfeó Català se reivindica en la nueva etapa del Palau de la Música

"Éste es un momento de ilusión, de esperanza". Que del Palau de la Música Catalana salgan sustantivos que inviten al optimismo tras más de tres meses de noticias negativas parece insólito. Sin embargo, Josep Vila, director del Orfeó Català, no encuentra otros para definir el actual estado de ánimo de los 76 miembros del coro no profesional, fundado en 1891 por Lluís Millet y Amadeu Vives, e institución origen de la construcción del Palau de la Música. Además de recobrar proyectos de envergadura que habían sido cancelados por los ex responsables de la entidad alegando falta de recursos económicos, la nueva dirección y las administraciones públicas -Ministerio de Cultura, Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona- que tutelan el Palau coinciden en que el canto coral deberá constituir en el futuro próximo, que ahora se perfila, la espina dorsal de la concepción artística de la institución.

El coro recupera protagonismo en la nueva etapa y pide más promoción

El amor a la música ha mantenido unidos a todos los coros del Palau de la Música, tanto los vocacionales, con el Orfeó a la cabeza, como el ahora profesional y antes becado Cor de Cambra, pero no por ello ha sido menor la indignación y la rabia de sus miembros cuando conocieron el desfalco perpetrado por sus anteriores gestores. "Durante tiempo ha reinado entre nosotros la desilusión", dice Montserrat Suriñach, con más de 25 años como corista en el Palau. "Éramos muy conscientes todos de que no éramos la prioridad para los que mandaban. Ha sido difícil mantener la moral de los cantores", reconoce Vila. Pero del duelo colectivo resurge ahora en los cantores la esperanza en un futuro que todavía no saben cómo será, pero vislumbran mejor que el pasado. "Estamos muy ilusionados. La recuperación de la institución está siendo lenta, pero las perspectivas son buenas", afirma Assumpta Terrès, contralto en las filas del Orfeó Català y vocal de la junta de gobierno.

Josep Vila tiene claro qué debe ser el Orfeó. "Cuando en 1998 me ofrecieron la dirección, pedí que se apostara por la formación, se creó la escuela coral y se renovaron las voces del coro. Y pedí paciencia para poder trabajar con tranquilidad hasta alcanzar los objetivos. Tres años después, el crecimiento artístico experimentado era grande, pero el siguiente paso, el de promocionar adecuadamente el coro vendiendo lo que hacíamos, nunca llegó".

Cuando a mitad del pasado septiembre se iniciaron los ensayos de la nueva temporada y Joan Llinares, entonces recién nombrado director ejecutivo del Palau, preguntó a Josep Vila cómo iba a ser ésta, éste le respondió: "Gris". La penumbra, sin embargo, ha dado paso a un rayo de luz. "El principal estímulo del coro, de cualquier coro, es su propia actividad artística", asegura Vila, quien no se rasga las vestiduras al reconocer que el Orfeó Català "no es el mejor coro de Cataluña, pero sí uno de los mejores. Y el único", agrega, "que por el número de cantantes puede cultivar el gran repertorio sinfónico coral".

"No somos un coro profesional y eso tiene sus límites", reconoce Terrès, aunque con vehemencia añade: "Pero somos buenos, tanto como el Orfeón Donostiarra. Si no hemos hecho más es porque no se nos ha dejado". Para Vila lo que le falta al Orfeó es "un manager que sepa vendernos bien". Y reflexiona: "Que nuestra política de promoción deba ser tan ambiciosa y arriesgada como la del Donostiarra hay que sopesarlo. Esa opción entraña riesgo y si a ellos les ha ido bien también sé de otros que han fracasado. Debemos valorar nuestro potencial y que nuestra actividad esté a su altura".

"El otro Millet es Fèlix"

Una de las personas que integran la comisión artística que está repensando el futuro del Orfeó es Lluís Millet, para quien el pasado "es un patrimonio que debe usarse, pero del que no se puede vivir". "Siempre se puede ir más lejos y éste es un buen momento", anima. Sabe bien de qué habla. Él no sólo es nieto del fundador del Orfeó Català e hijo de quien fue el tercer director del coro: también nació, en 1939, en el mismo Palau de la Música -"es algo que me ha venido así", señala resignado- y en 1977 sucedió a su padre en la dirección musical del coro hasta 1981. Músico como sus ancestros, se formó en Barcelona y en Alemania, y en 1958, cuando todavía no había cumplido 20 años, debutó como director de orquesta al frente de la formación de cámara Solistas de Barcelona.

Cordial, afable y de juicio ponderado, forma parte desde su refundación, en 1983, del consejo de dirección de la Revista Musical Catalana, que edita el Orfeó Català, y ha actuado como asesor musical de su fundación, aunque su opinión musical no siempre haya sido tenida en cuenta. Aboga por mantener y reforzar la sección pedagógica, donde se forma la cantera que nutre el Orfeó, y por promover la creación artística con "un concurso de obras corales". "Hay que enriquecer el repertorio. Es lo que hacía el Orfeó en la época de mi abuelo".

Lluís Millet asume la vocalía de bibliotecario en la junta de la entidad coral y defiende con vigor el legado que en ella se conserva. "Confío en que en el futuro las personas que rijan los destinos del Palau sepan dotar de forma adecuada la biblioteca. Es parte del patrimonio del Orfeó, aunque no brille tanto como derribar una iglesia y hacer aparecer una nueva fachada", ironiza. Sobre Fèlix Millet -"él es el otro Millet", dice-, primo segundo suyo, prefiere no hablar. De hecho, desde que el escándalo del saqueo del Palau saltó a la prensa, dice sentirse perjudicado porque el uso de su apellido le causa en la vida cotidiana no pocos equívocos y problemas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_