¿Afectará el 'caso Gürtel' en las elecciones?
Las encuestas muestran altos grados de reprobación ciudadana frente a la trama de corrupción del Partido Popular. Pero es muy posible que no se note demasiado en los resultados finales de los próximos comicios
El Partido Popular parece estar tocado. Al menos ésa es la imagen que se desprende de la vinculación de políticos del PP con el caso Gürtel. No obstante, más allá de esta percepción, la pregunta que vale la pena plantear es si esta trama de corrupción disminuirá las posibilidades de que Rajoy gane las próximas elecciones. La respuesta más intuitiva entre los analistas invita al desánimo: existen muchos ejemplos en el pasado que nos dicen que la corrupción, finalmente, no se acusa en las urnas. Además, en las últimas encuestas el PP aparece como vencedor en unas hipotéticas elecciones. ¿Significa esto que los ciudadanos no reprueban la corrupción y, por ello, los partidos no son castigados?
Según el barómetro de octubre del CIS, el PP ganaría claramente entre los votantes de centro
Habrá que ver si la corrupción incrementa la desafección política y reduce la participación
En la encuesta publicada por EL PAÍS el pasado 18 de octubre, más del 70% de los ciudadanos opina que el caso Gürtel es muy grave y la mayoría coincide en pedir la dimisión de Camps y en censurar la gestión de la crisis por parte de Rajoy. Sin embargo, de ahí a predecir un giro electoral en las próximas generales hay un gran salto. Los ciudadanos sólo cuentan con un voto para pronunciarse sobre muchos asuntos y, por eso, las elecciones no siempre son un mecanismo efectivo para castigar la corrupción de sus gobernantes.
Para valorar si la trama Gürtel puede desencadenar la derrota de Rajoy en las generales, tenemos que situarnos más allá de las opiniones de los ciudadanos sobre la corrupción y profundizar en el análisis de su comportamiento electoral, evaluando cuánta gente puede cambiar su voto y de qué manera.
Simplificando las cosas, existen tres maneras de ganar las elecciones. En primer lugar, consiguiendo que tus votantes tradicionales te sigan apoyando en las urnas. Segundo, que los simpatizantes de partidos rivales se queden en casa. Tercero, que aquellos ciudadanos que se declaran de centro o sin ideología decidan darte su voto. Por tanto, para saber si el caso Gürtel afectará electoralmente o no al PP, debemos evaluar el efecto que ejerce la corrupción sobre cada uno de estos grupos de votantes.
Lo primero que un partido deber conseguir para ganar las elecciones es movilizar a sus votantes naturales. El PP ha demostrado ser exitoso en esta estrategia y cuenta con un electorado muy fiel. ¿Puede el caso Gürtel erosionar este apoyo? Las encuestas indican que los votantes del PP no son impermeables a los casos de corrupción. Según los datos publicados por EL PAÍS, un 42% de los votantes del PP opina que Camps debe convocar elecciones anticipadas y un 39% que debe dimitir.
Por tanto, la cuestión no es simplemente si los votantes del PP reprueban en mayor o menor medida la corrupción, sino si, insatisfechos con la misma, deciden abstenerse o cambian su voto. A priori, esto parece complicado dados los niveles de fidelidad ya mencionados y es razonable pensar que, en tal caso, se tratará de un efecto muy limitado en términos electorales.
A diferencia de la izquierda, la derecha española ha recurrido poco a la abstención. Por otro lado, los votantes del PP desencantados han carecido de una alternativa razonable en la derecha con la que castigar electoralmente a su partido. Cabe esperar que esos votantes prefieran lo que considerarán un PP imperfecto a otro partido muy alejado de sus ideas. Resulta poco plausible que, por ejemplo, un votante tradicionalmente fiel a los populares cambie repentinamente su voto a favor del PSOE por el caso Gürtel. El surgimiento de UPyD podría cubrir ese hueco si los votantes del PP viesen en esta formación una opción viable. En ese caso, la competición de UPyD por el electorado de centro-derecha podría hacer a los populares más vulnerables a la corrupción. Sin embargo, según los últimos datos del CIS, los votantes del PP perciben a UPyD como un partido de centro-izquierda y muestran muy poca disposición a votarlo.
El segundo bloque de electores al que conviene prestar atención son los votantes de otros partidos. Cabe preguntarse si el caso Gürtel podría rescatar abstencionistas y animar el voto en contra del PP. La amenaza de que el PP pueda gobernar ha sido utilizada en distintas ocasiones para movilizar a los votantes de izquierda y nacionalistas (recuérdese el famoso "Si tú no vas, ellos vuelven" del PSC en las elecciones generales del 2008). Sin embargo, la estrategia del miedo suele basarse en criterios distintos de la corrupción, como la amenaza de las políticas económicas y sociales de los populares o la que representa su política territorial para los nacionalistas.
Por ello, aunque los votantes de otros partidos tengan la percepción de que el PP es un partido corrupto, no es tan obvio que el efecto de la corrupción en particular aumente su reacción electoral para evitar un eventual triunfo de los conservadores, si no son previamente movilizados mediante otros mensajes. Por otro lado, incluso puede darse la paradoja de que el caso Gürtel acabe favoreciendo al PP. La corrupción suele aumentar del desapego de los ciudadanos hacia la política y los políticos. De hecho, en el barómetro de octubre del CIS, la clase política ya es la cuarta preocupación de los españoles, por encima del terrorismo. Si esta desafección, que además es más marcada en la izquierda, termina traduciéndose en abstención, beneficiará al PP.
Por último, están los votantes menos ideológicos, que suelen situarse en el centro del espectro político. Estos votantes son los más propensos a cambiar su voto, así como a decidirlo sobre cuestiones no ideológicas. Tanto el PP como el PSOE saben que ésta es una bolsa de votantes clave para ganar las elecciones. En principio, podemos pensar que estos ciudadanos serán más propensos a castigar al PP por el caso Gürtel, pues ni se identifican ni tienen lazos afectivos que les unan a ningún partido.
Sin embargo, estudios de comportamiento electoral nos han mostrado dos cosas sobre este tipo de electores que debilitan ese argumento. En primer lugar, los votantes de centro suelen decidir su voto de forma retrospectiva, es decir, en función de cómo lo haya hecho el Gobierno durante su mandato. Como si se tratara de un referéndum sobre la legislatura, el voto por la oposición es sólo la manera de castigar al Gobierno, de votar no. En segundo lugar, los ciudadanos de centro, al ser menos ideológicos, votan más pensando en los resultados económicos. Si estos votantes tienen más en la cabeza la crisis y la mala gestión del Gobierno y creen que éste debe ser penalizado por ello, entonces es posible que los casos de corrupción en el PP permanezcan en un segundo plano, como un mal menor y, por tanto, no decisivo a la hora de votar. En esta línea, el barómetro de octubre del CIS (si bien es cierto que realizado antes del revuelo alrededor de la destitución de Costa) refleja que el PP ganaría abrumadoramente entre los votantes de centro.
En definitiva, ¿afectará el caso Gürtel al PP y sus posibilidades de ganar las elecciones? La respuesta depende de la reacción conjunta de distintos grupos de votantes, pero existen pocas razones para el optimismo. Los votantes del PP probablemente seguirán siendo fieles en su mayoría y, aunque algunos opten por UPyD, no deberíamos prever cambios tan bruscos del voto como para producir un vuelco. Además, si el Gobierno continúa gestionando mal la crisis económica, puede que muchos votantes de centro prioricen el castigo al PSOE por la economía o se abstengan. Finalmente, habrá que ver qué efecto tiene la corrupción en la izquierda y si aumenta la desafección política, generando una menor participación.
Por todo esto, es muy posible que el caso Gürtel acabe por no notarse en los resultados finales de las próximas elecciones, por mucho que las encuestas muestren altos grados de reprobación ciudadana de la corrupción.
Ignacio Jurado es investigador en la Universidad de Oxford.
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