El hombre clave del laborismo británico
Alan Johnson, ministro del Interior, es un firme rival de David Miliband en la lucha por la dirección del partido
Cerrada con éxito la campaña para colocar a uno de sus representantes en la nueva cúpula europea, el laborismo británico encara ahora la más dura batalla tras una década larga en el poder. A cinco meses de que expire la legislatura, el partido navega en aguas turbias y alejado del consenso popular. En el tremendo maremoto político que lo agita desde hace meses, dos figuras se han elevado claramente por encima del oleaje: David Miliband, joven, brillante y mediático ministro de Asuntos Exteriores; y Alan Johnson, un animal político atípico en el escenario británico, cuya cotización está en alza constante y que ostenta desde junio el cargo de ministro del Interior. Muchos analistas le ven como un hombre clave, y posible líder, en la transición del New Labour de la crisis actual hacia una nueva era.
"Oh, esos comentarios son muy halagadores", sonríe, críptico, Johnson, que tiene 59 años y maneras afables. "Pero me temo que, hablando de liderazgo del laborismo, soy demasiado mayor. Hay jóvenes muy válidos que crecen, como David Miliband, y que serán mejores candidatos cuando Gordon Brown deje el puesto tras 10 años como primer ministro y habiendo ganado las próximas dos elecciones. Para ese entonces, yo seré demasiado viejo", zanja, riendo, durante una entrevista concedida en Madrid.
Durante el coloquio, Johnson se mantiene muy prudente y medido. Pero a pesar de las palabras, su perfil y trayectoria son un activo de peso en una transición que se anuncia larga y dolorosa. Johnson ha ocupado con éxito varios y cada vez más relevantes cargos ministeriales, ha salido limpio del escándalo de los gastos inflados por muchos diputados británicos, mantiene un excelente control de las relaciones con los sindicatos y es respetado por las varias corrientes del partido. Se lleva bien con Tony Blair y con Brown. En una política llena de profesionales hiperformados y con poco contacto con la calle, sorprende positivamente un ministro que dejó la escuela con 15 años, trabajó de reponedor en supermercados y, desde los 18, de cartero. Su edad, factor negativo en cierto aspecto, le hace un candidato apetecible para un liderazgo de transición, que no quiera quemar figuras jóvenes en la primera fase de una travesía en el desierto.
Mientras tanto, Johnson trata de insuflar vida al laborismo desde su cátedra de Interior. Aboga para que las izquierdas asuman sin reticencias las preocupaciones sociales ligadas a la inmigración. "Si no asumimos este debate que preocupa a la sociedad, entregamos ese territorio a los extremistas, y nos alejamos de la moderación que desea la mayoría del pueblo". Recientemente observó que la inmigración ha incidido "desproporcionadamente" en algunas zonas de Reino Unido.
Izquierda e inmigración
El ministro defiende como "moderada" la política que permite la detención sin límites de tiempo de los inmigrantes clandestinos. "Creo que lo es. La mayoría moderada desea que se dé asilo a las personas merecedoras, pero no a quienes intentan entrar en un país bajo la falsa premisa de que están amenazados". Para aclararlo, es la idea subyacente, hace falta tiempo.
Johnson habla claro en materia de Schengen. "Como nación- isla, creemos en el control de nuestras fronteras, y que sería inaceptable para la opinión pública ver que cedemos ese control".
Mantiene una visión optimista sobre Irlanda del Norte. "Los recientes actos violentos son motivo de preocupación, pero estamos ya muy lejos de la situación de hace décadas. La violencia ya no tiene apoyo social en Irlanda del Norte". Su dialéctica quizá no sea inspiradora, pero su tono y actitud delatan una capacidad persuasiva y de mediación que será probablemente muy necesaria en el laborismo.
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