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La liberación del 'Alakrana'

"Siempre estuvimos listos para asaltar el Alakrana"

El capitán de la fragata 'Canarias' revela que recibieron un segundo equipo de guerra cinco días después del secuestro

El Alakrana está reluciente, como si más de medio centenar de piratas jamás hubiera pasado por allí. Sigue unido a la fragata española que le escoltó hasta tierra firme, la Canarias, por una rampa que los militares atraviesan continuamente para atender a la nueva tripulación y poner el barco en marcha. Quieren volver a salir a pescar cuanto antes, ya han perdido mucho tiempo.

El comandante Ignacio Frutos Ruiz recibe a EL PAÍS a bordo de la fragata que durante 47 días de máxima tensión no ha quitado el radar de encima al Alakrana. "Ha sido la operación de mi vida", resume, sin dudar, el capitán de la Canarias. Pone por las nubes a los 236 miembros de su dotación, incluidas 46 mujeres y 40 latinoamericanos y también al patrón del Alakrana, Ricardo Blach. "Nos dimos un abrazo de un minuto al vernos. Es un hombre excepcional. Iré a verle a Baiona", dice. Éste es su relato del secuestro.

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"Estábamos preparados para todo", cuenta el comandante. Incluido el peor escenario: que los piratas empezaran a matar a rehenes. "A bordo llevamos un equipo de guerra naval especial y el 7 de octubre llegó un Hércules desde el que se tiró en paracaídas otro más de apoyo. En total, 36 personas", recuerda. "Se estudiaron varias opciones: las ventajas y los inconvenientes.

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El plan de asalto estaba hecho, y siempre estuvimos listos para asaltar el Alakrana. El Gobierno me transmitió que la prioridad era no poner en riesgo las vidas de los marineros, por eso se descartó. También barajamos la posibilidad de detener el barco de forma encubierta, poniendo estachas en su tránsito a Somalia, pero el pesquero está diseñado para evitar enredarse en ese tipo de cosas".

El Alakrana es uno de los mejores atuneros de la flota española. Tanto, que estaba preparado para que nada, salvo un clan de piratas, les impidiera hacer otra cosa que buscar pescado. "Tiene un puente de mando siete veces más grande que el mío", se lamenta, entre risas, el comandante Frutos. En el suyo hay un teléfono rojo para comunicarse de manera segura con los atuneros. El capitán de la Canarias recuerda que el Alakrana contactó con ellos poco antes del secuestro. "Habían detectado movimientos sospechosos y fuimos a comprobarlos pero no vimos nada". Quince días después recibieron otra llamada, esta vez del Alakrantxu: "Nos dijeron que el Alakrana había cantado un posible ataque. Intentamos comunicar con ellos, pero ya fue imposible". Era 2 de octubre, comenzaba el secuestro más largo a un atunero español.

La fragata estaba muy lejos, a 800 millas. "Esto [el área de cobertura de la Operación Atalanta] es una zona inmensa. Para poder aportar seguridad a los atuneros tenemos que estar en la misma zona. Madrid [el Ministerio de Defensa] les preguntó cuál era su zona probable de pesca. Por el método de pesca del atún es muy difícil definirla porque tienen boyas por todo el Índico, pero los armadores nos dieron una zona y donde nos dijeron, fuimos. Allí estaban la mayoría de los pesqueros, pero desafortunadamente, no todos", recuerda Frutos.

Los piratas pusieron enseguida su botín rumbo a su costa, donde ya tenían otros tres barcos capturados, frustrando todos los planes de la Canarias de interceptarles. Pararon a sólo 1,7 millas de la playa. Durante 47 días los secuestradores iban y venían pero, al contrario de lo que hicieron pensar, no sólo a los otros 33 pescadores del Alakrana, sino también a los servicios de inteligencia, nuca llevaron a tierra a tres tripulantes.

"Yo no tuve información de si los llevaron a tierra o a bordo", dice el capitán de la fragata. Los piratas engañaron a todos aquel día en que amenazaron con matar a aquellos tres marineros si España no liberaba a sus dos secuaces, apresados el día siguiente al secuestro por la Canarias.

El comandante Frutos no enseña la cárcel del barco en la que estuvieron esos dos piratas, pero la describe: "Tuvimos que habilitar una parte de la fragata para los detenidos. Acolchamos los salientes de las paredes para que no se autolesionaran".

La captura se había producido de noche cerrada. "Seguí estrictamente las órdenes de Madrid y de mi mando de la Operación Atalanta, que tiene un procedimiento muy claro para estos casos: capturar a los sospechosos de piratería cuando están en flagrante delito y en este caso, lo era porque su esquife había salido del Alakrana, y comunicárselo a las autoridades de cada país. Yo no detengo piratas, los retengo hasta que un juez, como en este caso, nos envía un auto de procesamiento con la orden de trasladarlos a España". Uno de los somalíes resultó herido. "Los piratas hicieron un movimiento brusco y un miembro del equipo de asalto efectuó un disparo desde la lancha que no tenía intención de herirle, sino de avisarle, pero que desafortunadamente impactó y afortunadamente sólo causó una herida leve".

El martes recibieron la llamada que habían estado esperando. "El patrón nos fue informando de la salida de los piratas. Fue el único momento en el que pudimos hablar con él. Pusimos en marcha la operación. Nuestras prioridades eran tres: asegurar la liberación, evitar la recaptura, y detener a los responsables. Por este orden".

"El Alakrana estaba a 1,7 millas de la costa. Ese era el margen de actuación que teníamos. El helicóptero llegó a tiempo, intentó pararlos, disparando primero a la proa, luego al motor, pero no amedrentó a los piratas. Llegaron a la playa y allí les estaba esperando un montón de gente y era imposible decir quién era pirata y quién no. Podríamos haber causado daños colaterales y no estamos autorizados ni por Atlalanta ni por la legislación nacional a intervenir en tierra, aunque una resolución de la ONU lo contempla". El helicóptero regresó. "Sólo estamos autorizados para disparar a dar en casos de respuesta a un ataque, no de persecución de un delito", añade.

El capitán de la Canarias asegura que no vio a la avioneta depositar el dinero del rescate sobre el atunero. "Estábamos fuera del campo visual", dice. Pero una vez liberado, tardaron cinco minutos en llegar al barco. "Fue muy emocionante. Por la noche descansaron y por la mañana se pusieron con los militares a limpiar el barco. No tenía grandes daños pero los piratas habían arrasado el mobiliario. Llegó a Seychelles limpio como una patena".

La fragata Canarias volverá en tres días a la zona de pesca para proteger a los atuneros y a casa por Navidad. Después, el comandante Frutos dejará de ser su capitán. Le da pena. "Mi ilusión desde niño era ser capitán de una fragata".

El comandante Ignacio Frutos Ruiz, en la fragata <i>Canarias</i> atracada en las Seychelles. Al fondo, el <i>Alakrana</i>.
El comandante Ignacio Frutos Ruiz, en la fragata Canarias atracada en las Seychelles. Al fondo, el Alakrana.ULY MARTÍN
"Siempre estuvimos preparados para asaltar el Alakrana", asegura Ignacio Frutos Ruiz, capitán de la fragata Canarias.
"Siempre estuvimos preparados para asaltar el Alakrana", asegura Ignacio Frutos Ruiz, capitán de la fragata Canarias.ULY MARTIN

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