Un desertor confirma el plan para un ataque suicida en el metro barcelonés

Era terrorista, pero no tonto. El testigo protegido F1, que alertó a las fuerzas de seguridad del plan de la organización yihadista Al Qaeda para atentar con explosivos en el metro de Barcelona en enero de 2008, se enteró en la capital catalana de que de fabricante de las bombas se iba a convertir en suicida y ello fue determinante para que decidiese echar abajo la operación.

F1, que ayer declaró en el juicio contra 11 miembros de la célula yihadista catalana formada en su mayoría por paquistaníes, explicó a preguntas del fiscal Vicente González Mota que un responsable de Al Qaeda en París le había dado instrucciones en enero de 2008 para que se desplazase a Barcelona para fabricar una serie de bombas que se iban a colocar en vagones del metro, que se harían estallar cuando estuvieran en los túneles.

El testigo avisó al espionaje francés y ahora cuenta con protección judicial

Sin embargo, cuando llevaba dos días en Barcelona preparando la operación, el jefe de la célula catalana, Maroof Ahmed Mirza, y uno de sus lugartenientes, Ahmed Hafeez, le explicaron que ya no iba a ser el que confeccionara los artefactos explosivos, sino que el plan había cambiado y que él se encargaría de portar una de las bombas que estallarían en los trenes del metro.

Los responsables de la operación en Barcelona eran Maroof y su ayudante Mohammad Ayud Elahi Bibi, aunque sólo el primero era el encargado de precisar la estación del metro y la hora en la que se iba a perpetrar el atentado. Lo previsto es que realizaran un primer atentado con dos suicidas, que serían Inram Cheema y él mismo, y que tras las explosiones, el jefe de Al Qaeda Baitullah Mehsud reivindicaría la acción y propondría una serie de exigencias a occidente para su cumplimiento, entre las que figuraría la salida de las tropas de Afganistán. Para el caso de que las reclamaciones de Al Qaeda no fueran atendidas, estaba previsto un segundo atentado también en Barcelona, aunque podría realizarse también en el metro o en autobuses.

Si, a pesar de los atentados, Occidente seguía sin cumplir los requisitos yihadistas, se realizarían nuevos atentados en Alemania, Francia, Portugal y Reino Unido.

Los encargados de fabricar los artefactos explosivos eran Ahmed Hafeez, Qadeer Malik y Shaib Iqbal, mientras que los suicidas eran Inram Cheema y él, para el primer atentado y Memooh Khalid y Mohammed Shoaib, para el segundo. Un quinto suicida, Aqeel Uhr Rehman Abbasi, viajó a Holanda para participar en atentados en aquel país el mismo día que los miembros del grupo fueron detenidos en Barcelona. Aqeel fue arrestado en Holanda.

El testigo protegido precisó que le dejaron hablar por teléfono con su mujer, que se encontraba en Pakistán, pero que una vez finalizada la llamada, uno de los responsables del grupo, Shaib Iqbal, le comunicó que ésa iba a ser la última vez que hablaba con su familia. Como el testigo protestó por no haber sido informado de esa circunstancia, Iqbal le dijo que no se lo había dicho porque de lo contrario hubiera tenido una gran carga emocional y que podría haber revelado la operación si hubiera habido personas escuchando la llamada.

Tras la llamada a su esposa, según dijo, se vino abajo y se puso en contacto con los servicios de seguridad franceses para desactivar la operación.

La defensa trató de desmontar el testimonio de F1 y le preguntó si antes de la operación había pertenecido a los servicios secretos franceses o a algún cuerpo de seguridad. "Nunca en la vida", respondió F1.

También le preguntaron que dónde se encontraban las bombas que iban a colocar porque no se han encontrado. El testigo replicó que las iban a fabricar esa noche, cuando fueron detenidos.

Otro de los defensores le preguntó si todavía seguía siendo miembro de Al Qaeda. El testigo no respondió negativamente, sino que dio una especie de evasiva: "Sólo puedo decir que he venido a decir la verdad a los jueces y que serán ellos los que decidan quién soy yo".