"La lengua gallega nos dignifica como ciudadanos"
Confiesa que cada vez que ve un nuevo paseo marítimo se echa "a temblar" pensando en "los cangrejos y las rocas que ha sepultado el hormigón". En su discurso surgen a cada poco la lengua y el paisaje, sobre todo el de su Costa da Morte natal. Recién elegido presidente del PSdeG de A Coruña, Francisco Caamaño (Cee, 1963), se muestra evasivo ante la pregunta de si tiene aspiraciones en la política gallega. Pero, desde su despacho de ministro, y aun envuelto en la cautela institucional, explica sus ideas para Galicia.
Pregunta. ¿Por qué aceptó presidir el PSdeG en A Coruña?
Respuesta. Porque los compañeros tuvieron a bien ofrecérmela. Había dos candidaturas, ambas muy valiosas, y entendí que cuando uno está comprometido con un proyecto político, hay que asumir responsabilidades. Me explicaron por activa y por pasiva que el cargo tiene más de simbólico, de búsqueda de consenso, que de hacer una labor ejecutiva en el territorio, que, por mis responsabilidades en el ministerio, me resultaría imposible. En cualquier caso, me hace muchísima ilusión.
"El PSdeG tiene que trabajar por un proyecto propio que sea mayoritario"
"¿Quién defenderá nuestra lengua si no lo hacemos los gallegos?"
"Sería positivo para Galicia incorporar novedades a su Estatuto"
"En el litoral gallego ya queda muy poco que se pueda salvar"
P. ¿Tiene intención de implicarse más en la vida del PSdeG?
R. Desde hace tiempo he participado incluso antes de ser secretario de Estado. Tenía muchísimos amigos y muchísima sintonía con el proyecto político. Hoy, con otro tipo de responsabilidades, es casi lógico que ese compromiso se estreche más.
P. ¿Se plantea el camino de vuelta a la política gallega?
R. Tengo una responsabilidad que me exige toda la dedicación y el esfuerzo. Y en ella me concentro. Obviamente todo lo que pueda potenciar al partido lo asumo como algo propio. Galicia necesita un elemento de modernidad propio, una identidad singular. Y es posible que los socialistas tengan ese proyecto.
P. ¿Por qué cayó el bipartito?
R. Hay razones muy complejas, algunas de naturaleza coyuntural. El Gobierno del presidente Touriño hizo muchísimas cosas, pasado el tiempo se van apreciando más los cambios que se estaban activando. Pero es verdad que, ante la ciudadanía, el sistema del bipartito no funcionó. Las tensiones internas, inevitables en cualquier gobierno de coalición, se manifestaron y todo eso influyó decisivamente.
P. Pese a todo, los socialistas parecen condenados a entenderse con los nacionalistas.
R. El PSdeG tiene que trabajar por un proyecto propio que sea mayoritario. Y yo no descarto esa posibilidad. El BNG tiene sus posiciones, sus debates y su problemática interna, como toda organización política. El PSdeG está preparado suficientemente y tiene la oportunidad de presentar un proyecto atractivo y coherente para todos los ciudadanos.
P. A usted se le señala como un federalista convencido. ¿Se siente cómodo en la definición?
R. Muy cómodo, por una sencilla razón: la palabra federar, del latín foedus, significa unir. En el subconsciente colectivo de los españoles es más bien todo lo contrario: disolver, fragmentar... Pero el federalismo lo que hace es integrar y su primera regla es el principio de lealtad federal, en este caso, a España y a la Constitución. Para mí eso es absolutamente indiscutible. Otra cosa es que dentro de esa lealtad al proyecto común, yo quiera encontrar un ámbito de autogobierno donde los gallegos podamos convivir defendiendo con orgullo y dignidad lo que es nuestro y de nuestros padres: la cultura, la literatura, la lengua, nuestra forma de ver el mundo... Eso es perfectamente compatible con sentirse español.
P. ¿Se siente galleguista?
R. Sí, si por eso se entiende tener un apego especial a la cultura, la lengua y el modo de ser especial de los gallegos. Contamos con el enorme orgullo de heredar un patrimonio cultural y lingüístico que ha sobrevivido a épocas durísimas, un patrimonio antropológico y una relación con el entorno y el paisaje... A diferencia de aquello que se decía de que hay que trabajar en local y pensar en global, hoy yo creo que hay que trabajar globalmente, para estar en el mundo, y pensar localmente, porque el punto de originalidad es lo que aportas a la sociedad global.
P. ¿Fue a la manifestación por el gallego porque cree que está en peligro?
R. Fui en ejercicio de un derecho fundamental. Obviamente, Francisco Caamaño ciudadano no puede dejar de ser ministro. Pero era evidente que estaba a título personal. Fui porque la convocaba una plataforma cívica que proclama "queremos galego" y yo quiero a mi lengua. Y quería manifestar la preocupación que sentimos muchos ciudadanos de Galicia porque algo que es patrimonio nuestro, y de todos los españoles, por no decir universal, se va perdiendo desgraciadamente día a día, porque las lenguas que no son mayoritarias tienden a perderse en la sociedad global y necesitan ser ayudadas. Queremos vivir con esa lengua porque fue como vivieron mis abuelos y mis padres y quiero que esa herencia la lleven también mis hijas, y que haya espacio suficiente para esa lengua. Y ahí estuve con 50.000 gallegos más de todas las edades e ideologías, que lo único que queríamos decir es que el gallego es una lengua digna, que nos dignifica como ciudadanos. Y, por tanto, debemos cuidarlo.
P. ¿Percibe un clima de acoso al gallego?
R. Se está produciendo un conflicto desde la campaña que tiene mucho de artificial. Y eso me preocupa. Con los anteriores presidentes, del PP y del PSOE, no hubo nunca un problema, siempre convivimos perfectamente con la lengua, y ahora me encuentro con que mi hija me dice que en el colegio la van a someter a una consulta... Eso crea inquietud social. No alentemos a los que quieren hacer de esto un conflicto. Y no me refiero a un Gobierno, sino a sectores sociales que dicen que para ir a una oposición no hay que conocer la lengua. Hombre, si yo soy gallego y tengo un Gobierno que es propio de Galicia... A mí no se ocurre pedirle a la Comunidad de Madrid que se dirija a mí en gallego, pero, en fin, viviendo en Galicia, hay cosas que parecen razonables, salvo que queramos sacrificar un patrimonio.
P. ¿De dónde proviene entonces la idea de la imposición?
R. Fue un arma que se empleó en el tramo final del bipartito y en la campaña. Nunca he visto imposición, aunque no comparta probablemente algunas medidas del bipartito, porque pudo haber excesos en algunos sectores. Los manifestantes pedíamos que los poderes públicos se ocupen de nuestra lengua, porque si no lo hacemos los gallegos, ¿quién lo va a hacer?
P. Se ha mostrado favorable a reformar el Estatuto gallego e incluso afirma que cabría definir a Galicia como nación.
R. El Estatuto tiene que ser lo que los ciudadanos quieran y, por tanto, es el Parlamento el que tiene la responsabilidad de definir a Galicia como la sienta. Defiendo que los preámbulos de las normas no son ley y, por tanto, soportan manifestaciones simbólicas que no caben en el texto. Siempre que el Estatuto diga que Galicia es una comunidad autónoma, en el marco inequívoco de la Constitución, que haya en el preámbulo consideraciones como las que hay en el catalán o en el andaluz, o alusiones a la tradición galleguista, no me parece inconstitucional. Simplemente, situaría el texto en una continuidad histórica.
P. ¿Y está de acuerdo con definir a Galicia como una nación?
R. Existe una tradición de uso de la palabra nación no sólo en la política gallega sino en otras comunidades llamadas históricas. Y no siempre fue utilizada exclusivamente por los nacionalistas, sino que pertenece a una tradición histórico-cultural. Otra cosa es que, con la Constitución en la mano, sólo hay una nación, la española. Por eso diferencio entre el preámbulo y el texto de la ley.
P. ¿Sería prudente reformar el Estatuto sin esperar a la sentencia sobre el catalán?
R. Otros se han reformado ya. Es el Parlamento el que tiene que determinar cuándo hay el consenso necesario. Pero sería muy positivo para Galicia contar con algunas novedades que ya están incorporadas a otros Estatutos. Por ejemplo, reconocer los derechos ciudadanos frente a los poderes públicos de cada comunidad. Se podrían definir cosas importantes sobre organización territorial, funcionamiento institucional, competencias...
P. ¿Qué balance hace del Gobierno de Feijóo?
R. Hay que darle tiempo. Me gustaría que le diese una vuelta a las consecuencias que puede tener el derribo de alguna de las políticas del bipartito. Por ejemplo, la ley de protección de los 500 metros del litoral. Me preocupa mucho nuestro medio ambiente, porque es irrecuperable y ya queda muy poco salvable en el litoral gallego. Esa ley pretendía conservarlo y también prevenir la corrupción urbanística.
P. ¿Qué le preocupa más de la situación actual de Galicia?
R. No tenemos patrones claros de crecimiento social, de cómo asentarnos en el territorio, de si vamos a ir a áreas metropolitanas... Aquí no hay una gran ciudad y esto genera unas dinámicas sobre las que deberíamos reflexionar. Si podemos seguir sosteniendo tres aeropuertos, un montón de líneas de AVE, seguir haciendo autopistas y vías anchas de comunicación cuando luego vamos a Irlanda o a Gran Bretaña y decimos "qué preciosa es la campiña", porque allí hay carreteras estrechas pero bien cuidadas. ¿Qué modelo de sostenibilidad de país queremos? Nos dejamos llevar por los impulsos de modernidad e intentamos hacer una ciudad financiera en medio de un espacio que tiene 20.000 habitantes y eso no es razonable. Los pueblos tienen que intentar ser pueblos, y las aldeas, aldeas, y eso no tiene nada que ver con el mantenimiento de la calidad de vida. Es más, nos enriquecería. También tendríamos que potenciar la innovación en el mundo cultural y plasmar en España sin ningún tipo de miedo, nuestra forma de ser y entender el mundo.
P. ¿Es la Abogacía del Estado la que pide traer a España a los dos piratas del Alakrana?
R. No. La Abogacía del Estado pone en conocimiento de quien debe, el juez competente de la Audiencia Nacional, la existencia de dos delincuentes detenidos por el Ejército, dos delincuentes que han atentado contra la libertad de ciudadanos españoles. Y una vez que están en su poder, hacen lo que hacen siempre, ponerlo en conocimiento del juez.
P. La decisión del traslado la toma entonces el juez.
R. Es que eso ocurre siempre. Pide inmediatamente la presencia de las personas detenidas ante la autoridad judicial.
P. ¿Y el Gobierno no era consciente de que el traslado entorpecería la solución?
R. El Gobierno es consciente de que tiene que aplicar la ley y es lo que ha hecho en cada momento. Frente a unos delincuentes que atentan contra ciudadanos españoles, hay una detención que se comunica al juez.
P. ¿Le resulta incómodo que la Abogacía del Estado defienda la actuación del Gobierno de Aznar en el sumario del Prestige?
R. Una cosa son los deseos de cada uno y otra, la responsabilidad institucional. Cuando la Abogacía del Estado defiende esos intereses en el asunto del Prestige no está pensando ni en las personas ni en la gestión política de esa situación, sino en los intereses de todos los españoles, pues la condena a esas personas lleva aparejada la responsabilidad civil del Estado, que se paga con los impuestos de los españoles.
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