De escaparates a bailes para triunfar en la noche

Ocho ediciones del festival Cádiz en Danza han servido para demostrar que la danza no tiene límites. Ni físicos ni mentales. No hay barreras para bailar. Ni tampoco imposiciones de lugar. Se puede diseñar una coreografía sobre las tablas de un escenario, en plena calle o dentro de un escaparate. Este año el certamen lo demuestra con ejemplos prácticos.

Las tiendas de ropa Isi y Arsénico tienen esta semana maniquíes que se mueven. Es el espectáculo ¿Dónde está la pared que separa tu vida de la mía?, con las presencias de Lidia Pecino, Chantal Goudard y Pablo Fornell. Un cristal separa al observador del observador, aunque el verdadero dilema que plantea esta obra es quién es verdaderamente el espectador, si el que está delante o detrás del escaparate.

La compañía bilbaína Ciento Cincuenta Cuerdas acude a Cádiz con dos espectáculos: Frágil y Chalada, sobre la debilidad del mundo en que vivimos y sobre lo que queremos ser y nunca alcanzaremos. La compañía de Girona Mal Pelo, homenajeada este año en Cádiz en su vigésimo aniversario, interpretará varias de sus principales obras, entre ellas, Leo Castro, Amadou, una coreografía que plantea respuestas a dudas existencialistas.

En el festival se combinan diferentes ritmos pero sobresale el flamenco con obras como Calle compartida, con Ana Salazar y José Luis Montón, o El cielo de tu boca, de la compañía de Andrés Marín. Hay propuestas de Francia y de México, varias obras de la cubana y gallega Entremáns y hasta un curso para aprender a bailar en discotecas.