Innovación continua
El mundo más interconectado que emerge es más complejo y se apoya en la innovación continua. No son rasgos nuevos en sociedades modernas, pero su intensidad hace que hablemos de una economía basada en el conocimiento. El capital humano y las TIC aparecen como pilares de la generación de valor añadido y la capacidad de competir, porque ofrecen recursos para convertir en innovaciones los desarrollos científicos y tecnológicos y la capacidad de gestionar la complejidad.
Todas las actividades y sectores, así como la forma de entender los negocios y moverse en los mercados, están afectados. Gracias al conocimiento, las empresas están capacitadas para producir nuevos bienes y servicios, diferenciar productos, personalizar la relación con el cliente y reducir tiempos y costes. Está en la base del desarrollo de productos, de las mejoras organizativas, del incremento de productividad y competitividad y de los individuos y empresas que comprenden antes y gestionan mejor el cambio.
En ese contexto, la competitividad de un territorio se refuerza si funcionan bien las conexiones entre las unidades que generan conocimiento y las que lo utilizan productivamente. Por eso es más importante la formación de sus recursos humanos, su reciclaje y la densidad de la red tejida entre universidad y empresa. Un tipo de nudo relevante de esa red son los parques científicos que impulsan muchas universidades, con el propósito de multiplicar las experiencias reales de desarrollo de la economía del conocimiento.
En estas infraestructuras se agrupan equipos de científicos muy cualificados y empresas innovadoras, dedicadas a actividades con un alto componente en investigación y desarrollo. Esa combinación hace posible estrechar el contacto de los productores de conocimiento con los sectores industriales y de servicios por distintas vías: mediante la ubicación de unidades de investigación de empresas, la colaboración de personal investigador de compañías con grupos de investigación y la realización de proyectos de I+D+i bajo demanda. Gracias a los parques se dispone de novedosas infraestructuras científico-técnicas para la realización de medidas, estudios, pruebas, ensayos o análisis para las empresas, así como de servicios de gestión, promoción, apoyo y asesoramiento a cualquier forma de transferencia de conocimiento, tecnología o procesos. El volumen de actividad de los parques en España está pasando de simbólico a relevante.
La economía del conocimiento no asegura que avancemos suavemente, sin ciclos ni recesiones. Más conocimiento no es igual que conocimiento completo, y por ello es imposible eliminar la incertidumbre en las decisiones. Sin embargo, precisamente por eso, resulta de la mayor importancia saber lo que sí se puede conocer y contar con recursos humanos y organizativos que faciliten el uso productivo del conocimiento y la información.
Francisco Pérez es catedrático de la Universidad de Valencia y director del Ivie. Juan Antonio Raga es catedrático y director del parque científico de la Universidad de Valencia.
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