Una vida de funcionaria
María Martínez Pérez, 'Marieta', cumple este mes 52 años de trabajo en el Ayuntamiento de Benidorm, donde llegó con 17 años
María Martínez Pérez es Marieta para casi todos en Benidorm, por conocida y familiar. No hay mucha gente como ella en la ciudad con padres, abuelos y ascendencia anterior benidormense. Ha visto, conoce y sabe más de la capital del turismo que la mayoría de sus moradores. Marieta cumple este mes 52 años trabajando en el Ayuntamiento de Benidorm, donde llegó con 17, y se marchará el próximo mes de febrero, justo cuando cumpla los 70 años.
En noviembre de 1957 recibió la propuesta laboral del alcalde Pedro Zaragoza, pero a los seis meses se marchó porque nadie le pagaba. La plantilla del consistorio era de cuatro personas. Zaragoza fue a buscarla con su Vespa (la misma moto con la que viajó a Madrid para pedirle a Franco que autorizara en Benidorm el uso del biquini) y dos días después de irse, volvió. Ahora cobrando 500 pesetas al mes mientras sus cuatro compañeros ya ganaban 1.030 pesetas. No pudo equipararse al resto hasta 1959. Decidió aceptar pese a provocar un gran disgusto familiar porque sus allegados creían que era demasiado joven para ponerse a trabajar.
Ha tenido 12 alcaldes y está dotada con una gran memoria
"Mi vida es el Ayuntamiento, me encontraré desubicada"
Dotada de una extraordinaria memoria, Marieta es capaz de recordar que Benidorm inauguró el servicio de agua potable el 28 de febrero de 1960 o de recitar de un tirón los 12 alcaldes que ha tenido. Pero hay uno del que guarda un especial recuerdo: Vicente Pérez Devesa. "Fuimos juntos al colegio y era mi amigo", cuenta emocionada. Precisamente Pérez Devesa fue quien la convenció para que alargara su vida laboral "y así jubilarnos juntos". Sucedió el día que pretendía decirle en el despacho de Alcaldía que se jubilaba a los 65 años. No pudo.
También rescata "el grato recuerdo" de otro alcalde, Jaime Barceló, "que sancionaba a los funcionarios con un duro (cinco pesetas) cada minuto que llegaban tarde". Y elude pronunciarse sobre las dos mociones de censura, "total, los míos ya no pueden gobernar". ¿Qué quienes son los suyos? "Soy falangista", confiesa.
"Me pagan de 8 a 3, es mi obligación trabajar todo ese tiempo", dice con un marcado sentido de la responsabilidad. Tanto que confiesa que querría jubilarse "con todos los asuntos de mi mesa al día". Ahora se ocupa de los expedientes de infracción en el departamento de Urbanismo, y ha sido desde secretaria a responsable del archivo.
"Mi vida es el Ayuntamiento, me encontraré desubicada cuando no vuelva allí", confiesa en una de las cafeterías para turistas de ese "frío e impersonal Benidorm" que tan poco le gusta. Hace poco más de un año que enviudó y casi todos sus amigos son también compañeros de trabajo. Si pudiera, seguiría. "Lo mío es sentarme y trabajar", concluye. Así, 52 años.
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