Pellegrini medita repetirse por primera vez
El Milan renueva su fe en Ronaldinho y repesca a Beckham antes de medirse a un Madrid que estudia calcar su alineación frente al Getafe
Ocurrió el 21 de octubre. En Milán, media ciudad creyó haber tenido una visión en Chamartín. El sector interista lo desmiente, claro, pero los rojinegros de Silvio Berlusconi necesitan creer en algo tras el desapego financiero de su mecenas, más inclinado últimamente por los placeres de la política que por los del fútbol. Así que en la capital lombarda se aferran a una hipotética resurrección de Ronaldinho y a la oficializada ayer vuelta de Beckham en enero. "Ya está en 84 kilos de peso y vive con su familia en una villa cerca de Varese con perros, gatos y papagayos; aunque no es un ermitaño, claro", subrayaba ayer un medio italiano acerca del brasileño. "Ahora se siente bien", enfatizó Leonardo, su compatriota y entrenador. "Quiero marcar goles al Madrid", respondió el jugador. Una frase no tan hueca y rutinaria como pueda parecer. Desde la victoria del Milan en Madrid, el ex azulgrana ha dado alguna asistencia al trote. Ahora quiere reivindicarse como lo que fue cuando, con el depósito de un futbolista, despegaba sin remedio para los defensas. Sobre él gravita la esperanza del club, que no olvida la hemeroteca: en sus cinco visitas a San Siro para medirse al Milan, la primera en 1956 y la última en 2003, el Madrid perdió siempre, recibió 12 goles y sólo marcó uno, el de Joseíto hace 53 años.
Escarmentado tras lo sucedido en la tercera jornada de la Liga de Campeones, el Madrid se enfrenta de nuevo a sí mismo. Con menos kilos y arrugas que su adversario, el equipo de Manuel Pellegrini, que tras el alcorconazo ha exiliado a Guti y Metzelder, tiene una gran ocasión para esclarecer su hoja de ruta. Tras el rearme anímico frente al Getafe, Milán, más allá de la pujanza del grupo de Leonardo, es una de esas plazas que entronizan, de las que todo ganador sale fortalecido. Justo lo que necesitan Pellegrini y su equipo, bajo sospecha desde que la sequía goleadora destapó la falta de concilio entre la excelencia presidencial, la eterna pujanza de algún pretoriano y la asimetría de una plantilla tan fotogénica. Un cierto abuso con las rotaciones empezó por despistar a la hinchada y acabó por enredar al propio técnico. Tuvo que llegar el derrape de Santo Domingo para que en un solo partido, ante el Getafe, el entrenador confirmara algunas pistas: que Marcelo no es un lateral fiable a sus espaldas; que Ramos aún tiene alma de central; que Kaká, de vuelta a San Siro, sólo juega en dirección al área del rival, que Higuaín tiene un grandioso horizonte... Es muy probable que el chileno repita la alineación del sábado, lo que sería insólito y dejaría un guiño interesante: sin el alta de Cristiano Ronaldo, por segundo partido consecutivo Raúl sería suplente. Esta vez, en un escenario patrimonio del fútbol y bajo la púrpura de la Champions. Sostiene el mítico Baresi que es incompatible con Kaká. Sea como fuere, es muy probable que, llevado al límite, capitule mucho después que Ronaldinho.
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